Cauterio: Una obra contemporánea y mordaz de Lucía Lijtmaer que aborda temas de maltrato y búsqueda de identidad

Lucía Lijtmaer, autora de «Ofendiditos» y colaboradora en medios como El País, presenta su nueva novela «Cauterio», en la que dos mujeres, una contemporánea y otra del siglo XVII, comparten historias de desamor y traición. Con una prosa contemporánea y mordaz, Lijtmaer aborda temas como el maltrato, la deslocalización y la búsqueda de identidad en una sociedad en constante cambio. «Cauterio» es una obra que refleja la voz de una nueva generación de escritoras jóvenes que transmiten la incertidumbre de estos tiempos tumultuosos.

En Cauterio nos sitúa en el verano de 2014 en el que una mujer joven acaba de ser abandonada por su pareja, se traslada de Barcelona a Madrid con un secreto; cuatro siglos antes otra mujer se ve obligada a emigrar a las colonias de América de Norte. Lo que tienen en común estas dos mujeres se va desvelando a la largo del contrapunto de unos capítulos que se van enriqueciendo con estas dos historias cruzadas que la autora nos transmite con una prosa contemporánea y libre.

 Que la vida no es agradable para nadie y el maltrato de nuestros semejantes se padece desde la escuela a las esferas más íntimas del amor queda manifiesto en unos capítulos, algunos con nombres de calles de la ciudad de Barcelona, en los que ante la pregunta qué hacer cuando todo arde la autora propone la cauterización. Curar heridas, generando cicatrices, como el instrumento médico que le da título.

Cauterio: Una novela que entrelaza dos historias de amor y desamor en dos tiempos y lugares distintos, con una prosa contemporánea y libre

El tono ligero y mordaz se aprecia en capítulos sobresalientes como el de la compra en Zara. La presencia de aves y pájaros, gaviotas que se pueden comer gatos, tórtolas que se estrellan, aparecen en el libro como elementos recurrentes, señales apocalípticas de fin del mundo. Dos historias y dos tiempos de traición y desamor. 

Otra cosa que no me contaron es que después de yacer con un hombre, el hombre se ausenta. Nadie me explicó eso del matrimonio. Te casas y te atas a un territorio y a un hombre. Te conviertes en un mueble más y él desaparece. Él gestiona tierras, cuenta dinero, y tú llevas una casa.  Eso es el amor, un esfuerzo tras otro condenado al fracaso.

Y a él estás encadenada, a esas piedras, a esa argamasa, a esas cuatro vigas. Eso eres y eso serás siempre: te conviertes en madera seca, en paja que crepita, en lana que pica. Solo por las noches, y muy de vez en cuando, vuelves a tener cuerpo y sus manos acuden a él, y lo amasan y lo mueven y lo vuelven líquido. Hasta entonces, inerte. Antes y después.

Viviendo entre desplazamientos: Dos mujeres, dos viajes, un viaje emocional de fe perdida en el amor y la religión en Barcelona y Madrid

Una novela de dos viajes, de dos mujeres distintas, un viaje emocional con el sufrimiento de quien ha perdido la fe en el amor y en el binomio Dios-amor. Deborah es un personaje real, que existió; la mujer contemporánea más cerca de nuestro tiempo es un personaje de ficción. De Barcelona a Madrid, una ciudad exigente y difícil. La deslocalización nos puede llevara sitios que no esperamos y la vida puede convertirse en un ejercicio difícil de elaborar.

Mis amigas chillan felices como dos pájaros estridentes, dos cotorras de las que hay subidas a los árboles más altos por las avenidas, esa es su risa exacta. La gente de la bodega nos mira durante un momento y nos veo desde fuera, tres treintañeras que gritan, mientras beben cerveza, una tarde primaveral. Mis amigas aplauden, esto es una fiesta, pero no sé muy bien de qué. Se acercan en modo conspiratorio al centro de la mesa y piden más datos. Necesitan rellenar fichas internas, formularios mentales, hacer cálculos y raíces cuadradas de la posibilidad de nuestra relación. De las posibilidades de que esto, por una vez, funcione. ¿Qué hay de malo en este relato?

Piden más cervezas al camarero con un gesto, y exigen más, más de todo. Así que me vengo  arriba y sigo relatando cómo nos encontramos en la barra del bar al que solemos ir las tres, en la calle Botella, en el Raval, y que le reconocí de una reunión del ayuntamiento, era uno de los pocos de nuestra generación que no parecía un oficinista de banco.

Las personas gramaticales nos aproximan y distancian de la realidad. El espacio que transitan ambas protagonistas define a las protagonistas que, como sonámbulas, nos confían un mundo en el que la presencia de muerte habita como una amenaza.

Podemos afirmar que ha surgido un grupo de escritoras jóvenes, algunas periodistas, que transmiten con fuerza la ilusión de una nueva generación que refleja la incertidumbre de estos tiempos airados en los que los cambios no programados han venido a instalarse. Sin duda, la literatura se renueva con estas voces relevantes de nuestro prometedor panorama cultural.

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