Descubre la narrativa breve del maestro de la prosa rápida y deslumbrante del siglo XX. Este autor estadounidense captura los pliegues del alma y la fragilidad humana en sus novelas como Juego y distracción, Años luz y Todo lo que hay. Con su estilo preciso e ingenioso, inspirado por Flaubert, sorprende al lector en cada historia. En este libro de veintidós relatos, el erotismo, la sensualidad y los destinos inesperados se entrelazan en una prosa que transita emociones con las palabras justas. Descubre el mundo de este autor a través de sus personajes y diálogos vivos, y déjate envolver por su magnífica visión de la vida en ciudades como Barcelona y Nueva York.

La narrativa breve de uno de los escritores estadounidenses de los que apetece leerlo todo, un maestro de la narrativa del siglo XX. Juego y distracción, Años luz y Todo lo que hay son novelas que deslumbran por su belleza, el talento imaginativo del autor se vuelca en una prosa rápida capaz de captar los pliegues del alma y la fragilidad del ser humano. Capaz de sorprender al lector en cada una de sus historias, la calidad de su prosa elaborada y directa aborda la realidad sin disfraces.

Salter con perspicacia, precisión e ingenio. Los primeros relatos, datados entre las décadas de 1960 y 1980, tienen un ritmo jazzístico y el fulgor satinado y frágil del mundo de Mad Men, leemos en el excelente prólogo de John Banville.

Admirador de Flaubert confiesa: Los escritores que me gustan son los que tienen un don para observar de cerca. Todo está en los detalles. Mis objetivos al escribir no se alejan tanto de los de Flaubert: realismo, objetividad y estilo. Frases que encajan como si esta fuese su única razón de ser, pero no están ahí por sí solas. Hubo un tiempo en que sentía que quería escribir un libro de páginas perfectas, pero acabé por darme cuenta de que era demasiado restrictivo. Todavía concedo mucha importancia al estilo. Me parece que el estilo es lo que perdura.

Escribo más o menos como todo el mundo, creo. Intento escribir con regularidad. Cada día me cuesta arrancar. Si consigo dejar una línea o unas pocas palabras que me ayuden a retomar el hilo, va un poco mejor. A veces el día va bien. A menudo, no. Me he resignado a la certeza de que lo que escriba me decepcionará. Escribo cuando no me apetece, pero no cuando me asquea. Creo que escribo para cierto tipo de persona -no voy a definir exactamente quién, aunque tal vez sea una mujer-, pero no para todo el mundo. Para una mujer inteligente, como dijo Bábel.

Relatos cautivadores que exploran la belleza en lo cotidiano: Un libro que mezcla realidad y ficción con maestría.

Veintidós relatos que componen un libro muy atractivo, en el primer cuento, Am Strande von Tanger, leemos:

Está enamorado de Barcelona. Su profunda implicación con la ciudad se basa en parte en un cuento de Paul Morand, pero también en un incidente ocurrido años atrás: una tarde, a la hora del crepúsculo, un tranvía atropelló al gran arquitecto Antonio Gaudí -misterioso, frágil, con pinta casi de santo- cuando acudía a misa. Era muy mayor, tenía la barba y el pelo blancos, vestía con la ropa más sencilla posible. Nadie lo reconoció: quedó tendido en la calle sin que ninguna persona, ni siquiera un taxista, se decidiera llevarlo a urgencias. Al final, lo trasladaron a un hospital de beneficencia donde murió el mismo día que nació Malcolm.

Ritmo apresurado, minucioso en los detalles que descubren la belleza en lo ordinario. Cierto erotismo y una sensualidad a flor de piel. En Contigo, Mi Señor, la poesía asoma y la inscripción Tus besos me destierran se nos queda en el recuerdo. Una prosa que transite emociones con las palabras justas y acertadas. Los personajes y sus destinos inesperados no dejan de sorprendernos. En Polvo, leemos: 

La muerte se acercaba para él. Yacería ausente, con colorete en las mejillas, incapaz de oír nada con sus bellas orejas de anciano. Ni que decir tiene cuántas cosas sabía, pero estaba solo en los campos lejanos de su vida. En todo caso, bajo la lluvia no movía un músculo. Algunos animales, cuando les llega la hora final, se niegan a echarse: él era así. Cuando se arrodillaba, se volvía a levantar despacio. Ponía un pie en el suelo, hacía una pausa y al fin se impulsaba para ponerse en pie como un caballo viejo.

En Carisma dos jóvenes brillantes están en una fiesta en Nueva York, hablan de Lucien Freud, a quien una de ellas ha visto mirando cuadros en el museo metropolitano, sus comentarios acerca del artista nos sorprenden. Los diálogos vivos y reales caracterizan a unos personajes que nos resultan conocidos.

En Platino la descripción nos envuelve:

 El apartamento de los Brule tenía una magnífica vista sobre Central Park, vasto y desnudo en invierno, un océano de verdor en verano. Estaba en un buen edificio, estrecho pero alto, y en cierto modo reconfortaba pensar que lo rodeaban otros parecidamente dignos y tranquilos: un edificio bueno detrás de otro, todos con sus porteros circunspectos y sus solemnes portales, alfombras exóticas, criados, muebles caros. Brule había pagado más de novecientos mil dólares por él en un momento en que los precios eran altos, pero ahora valía bastante más; de hecho, no tenía precio. Techos altos, sol por la tarde, grandes puertas con tiradores curvos de color cobre…sillones mullidos, flores, mesas repletas de fotografías y muchos cuadros en las paredes, incluidos cuadros de Vollard en el corredor que llevaba a los dormitorios y una bellísima pintura en tonos oscuros de Camille Bombois.La vida y la literatura se cruzan en sus páginas con la habilidad de quien sabe mezclar la realidad con la ficción. Inés Martín Rodrigo, James Salter,  la vida es un puro cuento, ha realzado un comentario con motivo de la publicación de esta obra que nos permite conocer mejor a este gran autor.