Estamos a Salvo: Relatos Urbanos y Extraordinarios de Camila Fabbri

La autora de El día que apagaron la luz (2021), Los accidentes (2015) y La reina del baile (2023), entre otras publicaciones, reúne en los cuentos que componen Estamos a salvo (2022) relatos desasosegantes y originales que no puedes dejar de leer. Escritora, directora de teatro, actriz, colaboradora en diversos medios culturales y literarios, nacida en Buenos Aires en 1089, fue seleccionada en 2021 por la revista Granta entre los 25 mejores narradores en español menores de 35 años.

Cada cuento tiene un epígrafe extraído de los documentales de Nat Geo que funciona como clave de lectura. En ellos los protagonistas se encuentran en alguna situación en la que lo extraordinario supera lo cotidiano hasta llegar a cambiarles la vida. Relatos muy breves de ficción que muestran un universo urbano en el que la fatalidad está presente en un diálogo con la flora, la fauna y el mundo animal.

Los títulos de los cuentos y la portada del libro responden a la inquietud y a la tensión de un tiempo en el que sobrevivir se plantea como una necesidad. Mujeres y niños en situaciones límite.

Meteoro, La indefensión, Triste reino animal, Corremos peligro, Plantas sin tutor, Paisaje de ambulancias, reflejan incomodidad y silencios que nos hacen temer tragedias, catástrofes posibles, imprevisibles y acechantes en el día a día.

La voz de la narradora se muestra implacable con un léxico y un ritmo que sugiere una nueva forma de narrar que bebe de la tradición y de la literatura, la música y el cine actual.

Ciertamente los humanos podemos comportarnos como animales en momentos en que podríamos usar la razón, la hostilidad que el propio ser humano genera, así como el miedo, la intolerancia y nuestra vida social muestra la vulnerabilidad y nuestra conducta animal.

La sensación de inquietud invade al lector no sólo por las historias que cuenta sino también porque la escritora es dueña de un relato potente que arrolla por su contundencia y brillantez. La peligrosidad como signo de los tiempos parece decirnos que estamos a salvo.

El hombre del babero se durmió en la mesa y las hermanas intentan despertarlo. Mi pareja me agarró del brazo y me dice que me pedirá un taxi, que en toda la noche no hice otra cosa que pensar en nada y en todo a la vez, que soy como un auto en piloto automático, como un fantasma. Este fantasma ahora es llevado de la mano por su novio. Vuelvo a mirarme en el espejo de la recepción. Vuelve a no gustarme lo que veo. “Dejate en paz”, insiste, por décima vez. La escalera de caracol de madera baja circular, la miro desde arriba. Me imagino cayendo por ese agujero, arruinando el viaje en avión de los novios jóvenes. “Tenés que hacer un esfuerzo por dejar de pensar”, me dice mientras se le caen los pantalones. Quiere abrazarme otra vez pero se marea. “Quiero que formemos una familia y que vos dejes de pensar”, me dice.

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