Canto yo y la montaña baila, Irene Solà

Publicada en 2019, la autora ha recibido el Premio Llibres Anagrama de novela 2019 y el Premio de Literatura de la Unión Europea de 2020; poeta y artista plástica, en 2017 aparece su primera novela Els dics, premio Documenta 2017. Bèstia su libro de poemas es de 2012. Su última novela Te di ojos y miraste las tinieblas, 2023, la sitúa entre las escritoras españolas que despiertan más interés entre los lectores.

Escrita en catalán, la narración se sitúa entre Camprodon y Prats de Mollá, zona pirenaica, una historia coral que retrata la vida de una familia de un pueblo llamado Matavaques, perdido en el Pirineo y en el tiempo. La historia comienza con la muerte de Domènec, un campesino que también es poeta a causa de un rayo. La escena está narrada por las nubes que generan la tormenta. A partir de ahí las voces de la naturaleza, de la mitología, la fantasía y los seres humanos se mezclan para dar una visión coral y mágica de esa zona fronteriza donde conviven lo antiguo con lo moderno en plena armonía. La montaña que llega a ser música es la auténtica protagonista. La historia avanza con los descendientes de Domènec, cuentos, fábulas y tradiciones. Realismo maravilloso en el que los protagonistas aceptan la convivencia con fantasmas, brujas y mujeres de agua.

-¿Hay mujeres de agua en el Pirineo?
-Las hay por todas partes.
-Cómo sabes que era una mujer de agua?
Hago un gesto con la mano para que me sirva otro gin-tonic y le digo otra verdad:
Cuando mi padre y mi madre se casaron, mi madre le hizo prometer que jamás diría en voz alta que era una mujer de agua. Pero cuando nací yo, era tan feo que mi padre no quiso creerse que fuera hijo suyo, y le dijo:”¡Mujer de agua tenías que ser!”, y pam, mi madre desapareció y no volvimos a verla nunca más.

 

Capítulos narrados en primera persona que dan voz a las montañas, un perro, un fantasma o un corzo recién nacido, con delicado lirismo. Personajes presentados brevemente con la naturalidad de las palabras adecuadas. La zona recuerda la memoria de siglos de lucha por la supervivencia, persecuciones y guerras fratricidas guiadas por la ignorancia y el fanatismo. Paisaje e historia se funden en una historia en algunos momentos real y cruda, endulzada por el amor a la montaña, la naturaleza, la vida en el campo, las ganas de hablar y contar historias. Literatura mágica aproximada a la realidad con dosis de poesía y belleza. Una historia fantástica con personajes reales con rutinas domésticas y temas como la guerra, la política, el perdón, la culpa, el amor, la pérdida o el miedo, envueltos con un estilo musical, poético y sensible, muy expresivo.

Yo miro: Los caminos y los árboles, el cielo y el sol, las montañas y las noches, las piedras y las ortigas, las boñigas de vaca y las cumbres, las rocas, el humo a lo lejos y los senderillos de jabalíes…y lo rimo todo. Llevo poesía en la sangre. Y guardo todos los poemas en la memoria como en una cómoda ordenada. Soy una jarra llena de agua. De agua sencilla como la de los arroyos y las fuentes. Me inclino y vierto un chorro de versos. Y nunca los pongo en el papel. Para no matarlos. Porque el papel es el agua dulce del río que se pierde en el mar. Es el sitio en el que fracasan todas las cosas. La poesía tiene que ser libre como un ruiseñor. Como una mañana. Como el aire suave del atardecer. Que va a Francia. O no. O donde quiere. Y porque no tengo papel ni lápiz.

 

Pasan cronológicamente muchos años desde el principio al final, la autora teje la historia con un final impresionante. Una historia a través de todos los que forman parte de la historia. Estamos ante una narradora que fabula y escribe muy bien por lo que ha recibido críticas entusiastas.

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