Federico Garcia Lorca

FEDERICO, la turbación

Quiero terminar el año escribiendo una líneas del escritor español que considero más importante del siglo XX, no porque su estilo personal me parezca único, ni por su sensibilidad mezcla de versos, canciones y paisajes, tampoco por su celebridad o porque no sepamos donde reposan sus restos, ni porque fuera homosexual fingiendo y disimulando en una Granada provinciana y envidiosa…su Granada, sino porque cada vez que leo sus versos o su teatro la turbación de la emoción me sale por los ojos.

Fuentevaqueros, un pueblecito andaluz, con una madre maestra y unentorno familiar culto y de izquierdas. La Huerta de San Vicente, ya incorporada a la ciudad, con los perfumes de las flores y los olores de las plantas cuando sienten el agua. La belleza de Andalucía a principios de siglo, todavía en su natural naturaleza. La Granada provinciana, miserable de la mentira y la belleza del Sacromonte, de los gitanos, del Albaicín. La plaza de la Trinidad, la calle Infantas, la plaza de Bib-Rambla, la Alhambra…Madrid, la Residencia de Estudiantes, Dalí y los años dorados. La Barraca, el teatro. Buenos Aires, Cuba, Nueva York…la casa de Luis Rosales, el miedo, los campos de Víznar el terror, el crimen por la espalda, la muerte, la España que vergüenza y se oculta. Supimos por Ian Gibson toda la verdad, o casi toda. La reconstrucción completa todavía no ha finalizado. Me lo contó Rafael Alberti, qué miedo pasó con esa muerte siempre tan temida.

Fue con el Romancero Gitano cuando mis preferencias solo tenían un nombre, lo leía y lo descifraba como podía, cada metáfora me asombraba y admiraba. Años después y cuando tuve las Obras Completas que me regalaron mis padres en Lanjarón, leí el teatro, Sonetos del amor oscuroLlanto por Ignacio Sánchez Mejías y Poeta en nueva York que me parecieron lo mejor que yo podría leer en mi vida. Lorca enamora, desde el principio hasta el final.

Como un río de leones

su maravillosa fuerza

y como un torso de mármol

su dibujada presencia.

Aire de Roma andaluza

le doraba la cabeza,

donde su risa era un nardo

de sal y de inteligencia.

“El dolor o la muerte me rondan la casa”, dijo el poeta. Poeta en Nueva York es un libro central para la poesía del siglo XX en castellano. El poeta perplejo y sobrecogido escribe un libro apasionado en el que rompe los límites de la palabra racional con una complejidad de fondo visionaria a partir de su viaje a Nueva YorK en 1929.

Debajo de las multiplicaciones 

hay una gota de sangre de pato.

Debajo de las multiplicaciones

Hay una gota de sangre de marinero.

En los Sonetos del amor oscuro, la poesía de Lorca rivaliza con San Juan, la belleza y solemnidad de estos versos lo confirman:

Amor de mis entrañas, viva muerte,

En vano espero tu palabra escrita

y pienso, con la flor que se marchita,

que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal, la piedra inerte

ni conoce la sombra ni la evita.

Corazón interior no necesita

la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí, rasgué mis venas,

tigre y paloma, sobre tu cintura

en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena, pues, de palabras mi locura

o déjame vivir en mi serena noche

del alma para siempre oscura.

Lorca domina la técnica y la emoción, él mismo lo bautizó como “teoría y juego del duende”: dramatismo, emoción, brillo y color en una fantasía poética dominada por la fatalidad clásica y popular unidas.

Junto a Valle-Inclán es el mejor autor de teatro del siglo XX, las mujeres y sus dramas, víctimas de una sociedad opresora se convierten en el escenario en la representación viva de los personajes que sufren hipocresías culturales y falta de libertades.

La evolución de Lorca es impresionante, de lo popular a lo surrealista, de El maleficio de la mariposa a La casa de Bernarda Alba, seguramente la obra de teatro española más representada en el mundo.

La genialidad y la simpatía despiertan los recelos de los mediocres. Federico brilla con la alegría de los artistas que lo serán para siempre.

Quiero dormir un rato,

Un rato, un minuto, un siglo;

pero que todos sepan que no he muerto;

que hay un establo de oro en mis labios;

que soy el pequeño amigo del viento Oeste;

que soy la sombra inmensa de mis lágrimas.

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