Quevedos
Era noche ya cerrada. Densa, lenta, cargada de recuerdos y calor estival. Las ventanas del salón y las del baño estaban abiertas. Estaban disciplinadas por cuñas de madera y quedaban como dos vigías obedientes. Bloqueadas para llamar al viento, pero en realidad solo alcanzaban a robar algo de brisa caprichosa que, a ratos, aligeraba la …