Francisco Brines, Premio Cervantes 2020, transformar la vida en palabras

Se acaba de fallar el premio más importante para los escritores de lengua castellana, el español está de suerte. Se ha premiado a un poeta, maestro de poetas y testigo de una tradición, perteneciente a la generación del 50, una generación en la que destacan escritores como Jaime Gil de BiedmaJosé Ángel Valente, Claudio RodríguezJosé Ángel Valente, Ángel GonzálezClaudio Rodríguez y los novelistas Rafael Sánchez FerlosioAna María MatuteCarmen Martín GaiteLuis Martín SantosGarcía HortelanoLuis Goytisolo. Un género, una generación y un gran escritor han salido a la luz.

Valenciano, Oliva, mediterráneo, madrileño, con Juan RamónCernuda y Kavafis como maestros, Brines comunica belleza, erotismo, paisajes, el colorido de su tierra natal con un lirismo encendido. El paso del tiempo, la pasión de vivir envuelta en una visión melancólica de la belleza, lo sensitivo de la realidad, el amor a los lugares, a los momentos, lo sitúan en una de las cimas de la poesía española de la segunda mitad del siglo XX.

Los veranos

¡Fueron largos y ardientes los veranos!

Estábamos desnudos junto al mar, 

y el mar aún más desnudo. Con los ojos, 

y en unos cuerpos ágiles, hacíamos

la más dichosa posesión del mundo.

Nos sonaban las voces encendidas de luna,

y era la vida cálida y violenta, 

ingratos con el sueño transcurríamos.

El ritmo tan oscuro de las olas

nos abrasaba eternos, y éramos solo tiempo.

Se borraban los astros en el amanecer

y, con la luz que fría regresaba,

furioso y delicado se iniciaba el amor.

Hoy parece un engaño que fuésemos felices

al modo inmerecido de los dioses.

¡Qué extraña y breve fue la juventud!

El Cervantes es un premio en el que se reconoce una obra, Joan  MargaritAntonio Gamoneda, Nicanor ParraIda VitaleOctavio PazRafael Alberti o José Hierro,  entre otros, cuentan con esta distinción. El jurado ha destacado que su obra “va de lo carnal y lo puramente humano a lo metafísico, lo espiritual, hacia una aspiración de belleza e inmortalidad”.

Vicente AleixandreCarlos BousoñoClaudio Rodríguez han estado muy cerca de este poeta para quien la poesía es un refugio, amar y ser amado es lo máximo que podemos esperar del mundo, los que lo han vivido pueden dar gracias a Dios. Poeta intimista, elegíaco, que sitúa toda su obra entre el tiempo y el amor desde su libro inicial Las brasas. Con                                                       El otoño de las rosas (1986) y La última costa (1995) se proclama como el gran poeta y maestro de una época brillante para la literatura.

Defensor de la tauromaquia, precisamente porque es un arte, “es un continuado misterio”, aficionado al cine, la pintura, la ópera, el fútbol… Avidez de vivir en su finca de Elca, en Oliva, que acoge la Fundación que lleva su nombre.

Canción de los cuerpos 

La cama está dispuesta,

blancas las sábanas, 

y un cuerpo se me ofrece 

para el amor.

Abramos la ventana,

entren calor y noche

y el ruido del mundo

sea solo el ruido

del placer.

Que no hay felicidad

tan repetida y plena

como pasar la noche, 

romper la madrugada,

con un ardiente cuerpo.

Con un oscuro cuerpo

de quien nada conozco

sino su juventud.

Brindo con el poeta y con los que aman y leen poesía, lo felicito y cito unos versos finales que me emocionan.

Con el recuerdo sólo de tu vida, porque fuiste mi vida,

Qué abandonado estoy,

¿y a quién le contaré lo que ahora siento?

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