Ropa tendida: una novela sobre la España rural, la pobreza y la desesperanza

Un libro de penas, vómitos y pobreza. Cuando la droga, la decepción y las pocas expectativas nos hacen dudar del futuro, sabemos que no hay mañana, no hay posibilidad de mejorar. 

La utilización de léxico jergal y coloquial nos aproxima a unos personajes cargados de realidad, en los que domina la tristeza sin remedio. El amor, la ultraderecha, la incomunicación, la frustración y la las escasas posibilidades de evolucionar están presentes en la novela.

El pueblo de Llanos de Alba, en León, tiene el cielo naranja y el aire cargado de polvo. Isidorín se ha prejubilado después de toda una vida en la mina. Milagros se ilusiona con su profesor de bachata,  trabaja como auxiliar de geriatría en una residencia de ancianos. Tania Tamara, la hija, se fue a la ciudad de León  escapando de las dificultades ambientales y familiares para cumplir su sueño de ser escritora, con Hábitos atómicos como referencia; el otro hijo, Xairu, entre problemas se va a presentar a las próximas elecciones municipales con la ultraderecha.

La atmósfera de las cuencas mineras de la desindustrialización y la despoblación rural de su pueblo natal son el escenario de una narración en la que se viven los adelantos de la vida actual, llenos de contradicciones y pobres en sus planteamientos y logros.

Ropa tendida es una expresión popular  que se explica en el libro 

-Tienes ropa tendida- le dijo Xairu a la Juli al salir del baño. Es la única frase que recuerda la Juli de esa noche. Aunque en ese momento no entendió qué quería decir, unos días más tarde lo buscó en internet: es una expresión que se utiliza cuando puede que haya alguien escuchándote decir algo comprometido.

El libro está dividido en dos partes, en la primera Xairu y en la segunda La Juli, que entra en su mundo de adicción y violencia.

Hombres que no hablan, mujeres insatisfechas, jóvenes entre drogas, homofobia, racismo, frustración e imposibilidad de cambio, como si estos males se heredaran en una España rural atrasada y pobre.

Milagros lleva toda su vida en LLanos de Alba. Se casó con un minero nada más acabar el instituto, pasó quince años criando a sus hijos y, cuando empezó a tener la sensación de que cada día que pasaba la casa en la que vivían encogía más y más, hizo un curso de auxiliar de geriatría que le permitió encontrar trabajo en la residencia de ancianos de La Pola de Gordón. La angustia por el paso del tiempo, los trayectos entre Llanos de Alba y La Pola, las peleas con su marido, y sus hijos y las ojeras que le ocupan media cara son algo habitual desde entonces. Lo único que cambia de un mes para otro es el peinado que se hace y el color del que se tiñe el pelo, y ya está tan acostumbrada a ir a la peluquería una vez al mes que el propio proceso de cortarse el pelo y de teñirlo se ha convertido en algo monótono, por mucho que elija colores exóticos que su peluquera de toda la vida obtiene mezclando tintes baratos del súper, y por mucho que su peinado haya imitado ya las siluetas de todos los árboles y arbustos de la Montaña Central Leonesa.

Los diálogos enriquecen una narración realista, plana, apegada a los vaivenes familiares de un pueblo con problemas estructurales heredados sin remedio.

A través de la segunda novela del autor , Facendera fue su debut literario, conocemos los entresijos de la clase trabajadora en un pueblo rural en el que los personajes muestran lo que sienten en un pueblo de la Castilla desindustrializada.

María C.Galera

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