La vegetariana de Han Kang – Una metamorfosis femenina que sacude cuerpo y alma

Han Kang, autora surcoreana galardonada con el Premio Man Booker International, nos entrega en 2007 una obra inquietante, visceral e inolvidable: La vegetariana. La historia, aunque sencilla de resumir, es casi imposible de describir en cuanto a la angustia y el desconcierto que provoca. La protagonista, Yeonghye, no solo desafía las normas de su entorno, sino que también desafía al lector, quien se ve obligado a enfrentarse a la incomodidad de la incomprensión.

La novela narra la transformación radical de Yeonghye, quien, tras un sueño perturbador, decide dejar de comer carne. Esta decisión, aparentemente inofensiva, desata una cadena de conflictos familiares, matrimoniales y sociales que la llevarán al aislamiento absoluto. La protagonista rompe con la “normalidad” impuesta por la cultura patriarcal, pero su decisión no será aceptada ni por su esposo, ni por su familia ni por la sociedad. En este proceso de ruptura, el control de su cuerpo se convierte en su única herramienta de poder, pero también en el origen de su desmoronamiento.

Al igual que Gregorio Samsa en La metamorfosis de Kafka, Yeonghye se transforma en “otra cosa”, en “otro ser” incomprensible para quienes la rodean. La decisión de dejar de comer carne, de rechazar los deseos de su marido y de no someterse a la lógica patriarcal la convierte en un cuerpo extraño, un ser que ya no pertenece al mundo de los otros. Este paralelismo con Kafka no es casual. La “vegetariana” se convierte en una criatura incomprensible, y al igual que el insecto de Samsa, se convierte en un cuerpo que debe ser apartado, aislado y, finalmente, borrado.

1. La cultura coreana como escenario opresivo

El contexto cultural de Corea del Sur se convierte en un personaje más de la obra. La historia está enmarcada en una sociedad tradicional donde el control sobre la mujer se ejerce de manera sutil, pero constante. Aunque cuando se publicó la novela en 2007 las leyes ya habían cambiado, no está de más recordar que, en su momento, el adulterio era un delito castigado con prisión en Corea del Sur. Este dato histórico nos permite comprender la presión social y el control de la moral sexual sobre la mujer.

En esta cultura, la decisión de dejar de comer carne simboliza algo mucho más profundo que una simple elección alimenticia. La protagonista se niega a participar en el ciclo de violencia que implica consumir cuerpos, y en esa decisión subyace una crítica velada al control que se ejerce sobre el cuerpo femenino. Este acto de rebelión se convierte en una metáfora de la desobediencia de la mujer hacia el patriarcado, que siempre ha controlado su cuerpo, su sexualidad y sus deseos.

Sin embargo, la transformación de Yeonghye no será aceptada. Su esposo, su cuñado e incluso su hermana no comprenden esta “anormalidad”. La violencia psicológica y social se ejerce sobre ella con fuerza. La obra de Han Kang no solo denuncia la violencia física, sino también la violencia simbólica e invisible: la presión de las normas sociales, la obligación de cumplir con el deber familiar y la condena del que se atreve a ser diferente.

2. Tres perspectivas, una sola verdad: la incomprensión

La estructura narrativa de La vegetariana es uno de los grandes aciertos de Han Kang. La novela se divide en tres partes, cada una narrada desde la perspectiva de un personaje distinto:

El esposo (primera parte)

El cuñado (segunda parte)

La hermana (tercera parte)

Este cambio de narradores permite al lector ver a Yeonghye desde la perspectiva de quienes la rodean. Pero, irónicamente, ninguno de ellos logra entenderla realmente.

El esposo: Narra la primera parte desde la perspectiva de un hombre mezquino e insensible, que solo valora a su esposa por su “normalidad” y “obediencia”. La decisión de Yeonghye de dejar de comer carne se convierte para él en un ataque a su control sobre ella. Su incomprensión revela la visión patriarcal del cuerpo femenino como un bien de uso para el marido.

El cuñado: La segunda parte ofrece una perspectiva más compleja y retorcida. El cuñado, un artista fracasado, convierte a Yeonghye en un objeto de deseo y fantasía artística. La obsesión por su cuerpo desnudo, pintado con flores, revela otra forma de violencia: la instrumentalización del cuerpo femenino para satisfacer las fantasías ajenas.

La hermana: La tercera parte, narrada por su hermana, es la más desgarradora. A diferencia de los narradores anteriores, la hermana muestra cierta empatía, pero también es incapaz de salvarla. La hermana se enfrenta a la incomodidad de ver en Yeonghye una parte de sí misma, pero, a diferencia de ella, ha aceptado las normas del patriarcado.

La única voz que nunca escuchamos de forma directa es la de Yeonghye. No se le da la posibilidad de explicar su transformación, lo que refuerza la idea de que su cuerpo ha sido silenciado y apropiado por otros. La única forma que tiene para expresarse es mediante sus actos: dejar de comer carne, dejar de hablar, dejar de ser humana para convertirse en planta.

3. Naturaleza y deseo: la conexión con lo vegetal

La relación entre Yeonghye y la naturaleza es uno de los puntos más poéticos de la obra. Su deseo de convertirse en planta, de fundirse con la vegetación, no es una mera fantasía, sino una vía de escape hacia la pureza, la paz y la libertad. Mientras su cuerpo humano es violentado, controlado y manipulado, la naturaleza aparece como un refugio.

El deseo de Yeonghye de no comer carne, de no participar en el consumo de otros cuerpos, está cargado de simbolismo pacifista y ecologista. La vegetalización de su cuerpo es la única forma que encuentra para recuperar su autonomía, aunque este acto la lleve a la destrucción.

4. Salud mental, trastornos y violencia psicológica

El libro también aborda, con enorme sutileza, temas como la salud mental y los trastornos alimenticios. La decisión de Yeonghye de dejar de comer carne podría leerse como una forma de anorexia o de trastorno alimentario. Sin embargo, a diferencia de los trastornos convencionales, esta decisión no se basa en la obsesión por la imagen corporal, sino en la autonomía sobre su cuerpo.

El control de su cuerpo se convierte en un acto de poder, pero también en un laberinto del que no puede salir. La incomunicación, el aislamiento y la falta de comprensión agravan su condición. La narrativa se convierte en una denuncia sobre la soledad de las personas con trastornos mentales, que son incapaces de explicar su dolor y, en consecuencia, son silenciadas.

5. La fuerza de Han Kang: una autora imprescindible

El reconocimiento de Han Kang con el Premio Man Booker confirmó su lugar como una de las escritoras más importantes de la literatura contemporánea. La vegetariana trasciende la categoría de novela para convertirse en una experiencia literaria y sensorial que remueve al lector.

La obra forma parte de la ola de literatura surcoreana que ha conquistado a lectores de todo el mundo. Al igual que las producciones cinematográficas de Corea del Sur, la obra de Han Kang se sumerge en la violencia psicológica, la incomunicación y las estructuras familiares opresoras.

6. Conclusión: Una obra brutal e inolvidable

La vegetariana de Han Kang es una obra maestra que aborda con crudeza la violencia patriarcal, la autonomía corporal y la incomprensión de quienes se atreven a ser diferentes. La transformación de Yeonghye no solo es física, sino también espiritual y política.

La decisión de dejar de comer carne se convierte en un grito silencioso de autonomía y resistencia. Pero esta resistencia la condena al aislamiento. “Si te diferencias del resto, perderás”, parece decirnos Han Kang.

La protagonista, como Gregorio Samsa, se convierte en una criatura incomprendida. Pero esta vez, la transformación no es un castigo divino, sino un acto de libertadLa vegetariana es una obra que hiere, conmueve y no se olvida.

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