Jorge Volpi, toma como punto de partida la muerte de su padre, un cirujano culto, melómano e hijo de inmigrantes italianos, para emprender un viaje literario que oscila entre la memoria íntima y la denuncia pública. Durante diez meses, el autor se dedicó a escribir diez ensayos, cada uno de ellos centrado en una parte del cuerpo: cerebro, mano, corazón, ojo, oído, genitales, piel, piernas, hígado. Estos órganos no solo sirven como vehículos de la memoria, sino que también se convierten en potentes metáforas culturales y políticas.
El autor entrelaza lo privado con lo colectivo, utilizando su experiencia personal para adentrarse en la realidad de un México “atestado de fantasmas y cadáveres”. Este tránsito de lo individual a lo social se convierte en uno de los ejes fundamentales de la obra, ya que la memoria de su padre se proyecta en el cuerpo social, preguntándose por la suerte de los desaparecidos, la violencia desmedida y la impunidad que define la vida pública mexicana desde el inicio de la guerra contra el narcotráfico.
El cuerpo como símbolo de la violencia y la resistencia
La estructura del libro, basada en la exploración de las partes del cuerpo, permite una reflexión poliédrica sobre la violencia, la muerte y la resistencia. Cada órgano se convierte en un símbolo, una puerta de entrada a las contradicciones del ser humano y de la sociedad.
• El cerebro: Representación de la razón y la memoria, se convierte en el espacio desde donde se interroga la historia familiar y la memoria del país.
• La mano: Símbolo de la acción, la creación y la violencia, se convierte en una reflexión sobre el trabajo del cirujano y la violencia física que marca a México.
• El corazón: Centro de la emoción y los afectos, desde donde se explora la relación con el padre y el compromiso ético con la sociedad.
• El ojo y el oído: Los sentidos del testigo, del que observa y escucha, pero también de quien elige ignorar la realidad.
• Los genitales: Una exploración de la vulnerabilidad y la violencia sexual en un país que atestigua feminicidios y violaciones impunes.
• La piel: Frontera entre el interior y el exterior, la piel se convierte en la metáfora perfecta de la exposición y la protección.
• Las piernas: Instrumento de la huida, del desplazamiento forzado de migrantes y desaparecidos.
• El hígado: Metáfora de la rabia, del procesamiento de la ira, pero también de la resistencia del cuerpo ante las toxinas de la violencia.
Cada una de estas partes corporales se llena de significados simbólicos que oscilan entre lo personal y lo colectivo, entre la memoria individual y la historia compartida. El cuerpo se convierte en un mapa de la violencia y el amor, en un espacio de memoria que permite articular una crítica feroz al presente.
De la memoria familiar al compromiso social
El homenaje a la figura paterna no se queda en lo meramente nostálgico. Volpi no idealiza al padre, sino que se confronta con sus propias percepciones, reconociendo que, quizás, lo había juzgado con demasiada dureza. Este ajuste de cuentas con la memoria se convierte en una poderosa herramienta de autoconocimiento, pero también en un medio para entender su propio compromiso con la realidad mexicana.
La figura del padre, que ha fascinado a autores de la talla de Jorge Manrique, Kafka, Philip Roth, Héctor Abad Faciolince, Annie Ernaux, Paul Auster, Raymond Carver y Martin Amis, se proyecta aquí con sus claroscuros, sus errores y sus enseñanzas. No es un padre idealizado, sino uno real, humano, contradictorio, y por eso profundamente conmovedor. La tensión entre la admiración y la crítica atraviesa toda la obra, sumando complejidad y autenticidad al retrato familiar.
Narrativa híbrida: entre ensayo, memoria y tratado científico
Esta obra de Volpi desafía las categorías tradicionales del género literario. No se trata solo de un ensayo ni de una autobiografía, tampoco de una novela o de un tratado de medicina. Es todo eso al mismo tiempo. El autor entreteje citas de libros científicos, reflexiones filosóficas, textos literarios y recuerdos personales, creando una obra multifacética que se asemeja a una disección literaria del cuerpo humano y social.
El libro se convierte así en un cuerpo literario en sí mismo, compuesto de órganos (los capítulos) interconectados por una red de vasos narrativos que lo dotan de vida y de movimiento. Las ilustraciones incluidas no solo complementan el texto, sino que también reafirman el carácter híbrido de la obra, pues acercan la experiencia lectora a la de una consulta médica o una lección de anatomía.
Un país de muertos y desaparecidos
La crítica a la violencia mexicana se convierte en un tema central del libro. La reflexión sobre las partes del cuerpo no es un mero capricho estético, sino un mecanismo de denuncia. A través de cada uno de los órganos, Volpi se pregunta dónde están los cuerpos de los desaparecidos, por qué hay tantos cadáveres y por qué la violencia se ha vuelto un elemento cotidiano e impune. La figura de Mamá Rosa, mencionada en uno de los capítulos, se convierte en el emblema de la violencia institucionalizada, pero también en el detonante de una reflexión sobre la solidaridad, la empatía y el compromiso con el otro.
El sufrimiento ajeno, la identificación con las víctimas y la necesidad de posicionarse frente a la violencia son algunos de los temas clave que Volpi desarrolla con maestría. De ahí que su obra no sea solo un testimonio, sino también una interpelación ética: el lector no puede permanecer indiferente. Este compromiso ético con el tiempo y con su país, evidente en obras anteriores como Una novela criminal, se reafirma aquí con una intensidad aún mayor.
Un libro total, entre la vida y la muerte
Jorge Volpi ha conseguido crear una obra total, que trasciende los límites de la literatura de memorias y la crítica social. Este libro es una autopsia literaria de la memoria personal y del cuerpo colectivo, un tratado de anatomía emocional y social. La ternura y la severidad se alternan en sus páginas, la introspección familiar se amplía para abarcar a todo un país, y la figura del padre se convierte en la llave para acceder a una comprensión más profunda de la violencia y la solidaridad.
La obra no solo se inscribe en la tradición literaria de los padres y los hijos, donde encontramos a autores como Kafka, Héctor Abad y Annie Ernaux, sino que también se sitúa en la línea de los escritores comprometidos con la realidad de su tiempo. Es un testimonio honesto, duro, pero también esperanzador, porque, al igual que el padre cirujano, el autor parece creer en la posibilidad de curar, de sanar el cuerpo herido de la sociedad mexicana.
Jorge Volpi, Méjico, 1948, escritor e intelectual es autor de novelas y ensayos entre los que destacan En busca de Kingsor, Tiempo de cenizas, El insomnio de Bolívar, La tejedora de sombras, Memoria del engaño, una novela criminal, Mentiras contagiosas. En 2024, Volpi ha publicado La invención de todas las cosas, ensayo en el que analiza con gran erudición cómo funciona la ficción. Un viaje original a la imaginación como origen y motor del mundo.
Esta obra que hemos analizado se erige como uno de sus libros más importantes. Es un libro que invita a pensar el cuerpo como un campo de batalla, como un espacio de memoria y como una trinchera de resistencia. Es, en definitiva, una obra imprescindible para entender no solo el drama de México, sino también la compleja relación entre los vivos y los muertos, entre el amor y la violencia, entre los padres y los hijos. Volpi no solo rinde homenaje a su padre, sino que también se posiciona como uno de los autores más lúcidos y necesarios del panorama literario contemporáneo. Es una lectura que exige una respuesta, que interpela al lector y lo invita a mirar de frente el cuerpo social.
Jorge Volpi no solo escribe, también opera. Y con esta obra ha abierto en canal el cuerpo de México.
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