Carmen Laforet y Elena Fortún.De corazón y alma (1947-1952)

La correspondencia entre dos grandes escritoras españolas, Carmen Laforet y Elena Fortún, es un ejemplo de una amistad sólida y sincera que floreció en la distancia. A pesar de los obstáculos que enfrentaron en una época de lucha, guerra y destierro, estas dos mujeres supieron cuidarse y apoyarse mutuamente. A través de sus cartas, dejaron huella de unos sentimientos nobles y necesarios para el alma y el corazón, que conmueven por su sensibilidad, ternura y delicadeza.

La correspondencia entre Carmen Laforet y Elena Fortún (1947-1952) es un ejemplo de amistad, de amor sólido y sincero. Las amigas son un refugio, un espacio de resistencia, se ayudan, se cuidan, se quieren.

En la distancia, estas dos escritoras se escribieron, dejaron huella de unos sentimientos nobles y necesarios para el al alma y el corazón. En 1950 Elena Fortún tenía sesenta y tres años, estaba ingresada en el sanatorio Puig d´Olena en Centelles, Barcelona; Carmen Laforet, más joven, 29 años, tenía tres niñas a las que cuidar. “Si en estos momentos yo fuera una persona suelta y libre -escribe Carmen Laforet-, hubiera cogido el tren para ir a Barcelona a cuidarte”.

Encarnación Aragoneses, Elena Fortún, se dio cuenta de que había nacido para escribir y era lo que más le llenaba. Se había casado joven y vivía una vida que no le correspondía. Además de los libros de Celia, colaboraba con la sección infantil de Gente Menuda. Aprovechó la existencia del Lyceum Club, un espacio que favoreció los cambios sociales y políticos que permitirían a las mujeres tener la libertad que necesitaban, para darle aires nuevos a su vida. Vivió en la casa de Los Álamos y la vida de Celia y la suya propia corrían por caminos paralelos. Fortún tuvo que huir al exilio primero a Francia, después a América, Buenos Aires, escribió Celia en la revolución. Durante tiempo sus libros estuvieron prohibidos en España. Sus libros se vendían cada vez más, el dinero era escaso y cuando llegó al puerto de Barcelona la esperaban tres amigas y pudo instalarse en una pequeña habitación propia. Vivió acompañada por tres mujeres hasta que su salud estuvo cada vez peor e ingresó en un centro de salud.

Fue un puente entre varias generaciones. Celia tenía muchos seguidores que habían conectado con la escritora, entre ellas estaba Carmen Laforet, quien empezó a escribirse con ella en 1947, ya había recibido el premio Nadal por su novela Nada. A partir de aquí formaron parte la una en la vida de la otra con afecto, ternura y cariño, desde la distancia supieron cuidarse y hacerse compañía.

Las cartas están llenas de sensibilidad, ternura y delicadeza. Conmueve ese diálogo intergeneracional, el aliento de vida que se dan con atenciones y lealtad.

No pienses nunca que estás sola. Piensa alguna vez en mí, como yo hacía de chiquilla, cuando te hablaba sin haberte visto nunca y te contaba mis pequeñas cosas. ¿No es extraño esto? Nosotras estábamos destinadas a conocernos.

La amistad y la espiritualidad como aliento en la vida y la escritura de Carmen y Elena Fortún

Carmen cría a sus hijas y no encuentra motivos para escribir, se lamenta de que su novela La isla y los demonios, no sea buena y escribe despacio con cierto aburrimiento; lo hace por dinero, no encuentra satisfacción. Asombra que la autora de Oculto sendero tan enferma y después de los dolorosos episodios vividos dé ánimos y confianza a su amiga que la admira, Carmen. La espiritualidad que comparten es lo que les da aliento para seguir. Poseen el don de la amistad.

Después de Nada, una novela magnífica en el árido escenario de la posguerra, Carmen tardó siete años en publicar su segunda novela, escribió artículos, crónicas de viajes, novelas cortas y páginas de novelas inacabadas. Cuando se separó no podía alquilar una casa a su nombre, ni salir al extranjero, ni disponer de una cuenta corriente. En la casa de Cercedilla se sentía ella misma más que nunca.

Yo tuve con Elena Fortún una amistad íntima de más de veinte años: desde el día en que, teniendo yo seis, cayó en mis manos el primer cuento de Celia publicado en Blanco y Negro, hasta el día 6 de mayo de 1952, en que murió Elena Fortún. Fue este un día de luz y flores como a ella le gustaban.Una época de lucha, guerra y destierro y otra de franquismo y escasez es lo que vivieron estas dos grandes escritoras. Celia es, probablemente la protagonista de libros infantiles más importante del siglo XX y Nada la novela más renovadora que representa esas décadas de mitad del siglo, una corriente de aire fresco en la narrativa de la época que ha pasado a formar parte de la literatura universal.

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