Esta escritora, octogenariamente joven, a la que conocemos por Apegos feroces, nos vuelve a interesar por su última publicación Cuentas pendientes. Reflexiones de una lectora reincidente, en la que comenta lecturas que han marcado su vida con el añadido de que la relectura supone un descubrimiento y una experiencia de autoconocimiento, análisis y reflexión. Norteamericana, Nueva York-1935, con este libro ha quedado finalista del Premio Nacional de la Crítica en Estados Unidos.
Activista feminista y defensora de los derechos de igualdad de la mujer, periodista, no usa redes sociales ni apenas lee a contemporáneos, relee para descubrirse a sí misma y poder sentir el poder de la Vida con mayúscula.
En diez capítulos, entre la memoria y la crítica literaria, repasa autores y obras destacando el amor, el erotismo, la soledad, el matrimonio, el papel de la mujer en la literatura y en la sociedad, el arte de vivir en soledad y qué pueden leer los lectores jóvenes porque para algunas lecturas es necesario haber vivido experiencias que nos permitan mezclar lo leído con la propia vida.
Colette, Doris Lessing, Marguerite Duras, Elizabeth Bowen…Natalia Ginzburg para amar un poco más la vida y otros autores que suponen un monumento a la lectura que nos lleva al acto de hacer literatura en el que algunos mezclamos lo leído con nuestra propia vida, como le ocurre a la autora. Descubrir con júbilo lo alejados que estamos de algunas de las páginas que nos hicieron sentir cercanos, incluso apasionados.
Como la mayoría de los lectores, a veces creo que nací leyendo. No recuero época en que no haya tenido un libro en las manos y la cabeza abstraída del mundo que me rodea.
En su compromiso afirma nos pareció normal a los homosexuales, a los negros, a las mujeres, dar testimonio, contarle al mundo lo que significa ser nosotros.
Pasados los años, volvemos a lugares y personajes que hemos conocido a través de las páginas y descubrimos en qué hemos cambiado. La autora lo defiende con una prosa fluida y cercana en la que nos muestra su universo que se viste de vitalidad y firmeza para que sin miedo repasemos en nuestras lecturas los cambios que atesoramos.
Por encima de todo lo demás, lo que procura la lectura es un alivio puro y duro del caos mental. A veces creo que me infunde por sí sola valor para vivir, y lo ha hecho desde mi más tierna infancia.
Me he sentido muy cercana y admiro las propuestas de esta gran autora, compartirla para que sea conocida por un grupo amplio de lectores en este país, al que ha llegado muy tarde, es un auténtico privilegio.
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