Príncipe de los Lirios

Ésta es la génesis de un poema.

La protagonista en un viaje a Grecia, ante el llamado “Príncipe de los lirios”, queda enamorada de su significación y expresión artística, y compra un anillo de oro en el que está labrado su imagen, que desde entonces la protagonista llevará siempre en un dedo de su mano.

El anillo en nuestra cultura judeo – cristiana es un símbolo de compromiso, y los lirios en la cultura clásica es de fidelidad.

Pasan los años y un día la autora vuelve a Grecia, al encuentro del “Príncipe de los lirios” y el símbolo de esta fidelidad se expresa el poema.

La imaginación entrega al arte el poder más sagrado de los símbolos.

I

Hoy regreso a tu nombre

Príncipe de los lirios,

a esa luz que desprende tu figura

e ilumina las noches y los días

que recogieron la belleza

para el placer de nuestros ojos,

imagen poderosa nacida del azul.

El signo de los cielos que te envuelve

y se encarna en la vida,

la fuerza verdadera

que regala su espíritu al amor

y lleva el color mediterráneo

al alma de los hombres

enseñando el camino

que se abría al arte

como el mejor testigo,

la fuente donde el tiempo

supo calmar la sed de las espigas

donde aparece la belleza

desnuda y palpitante

igual que una ilusión

dispuesta a compartir

su más fuerte latido,

lo mismo que la música.

II

Me acerco a tu figura

con el alma de ave

cuando comienza el vuelo

entre el perfume delicado

del aire generoso

que apunta al infinito.

Qué me importan los años

si son como minutos

cuando tú me regalas el misterio

que ha cubierto la Historia

y que hoy lleva tu nombre,

porque siguió latiendo

el corazón de la memoria

y el arte no muere y te rescata

hasta llegar a mí.

III

Quedó el amor marcado

en uno de mis dedos

con el anillo de oro

que llevo desde siempre,

en el que se conoce tu figura,

porque el tiempo, aunque pase,

no puede con los símbolos,

espíritu invisible en el que refleja

toda la eternidad

y suave se prolonga en el silencio

que habita poderoso en el deseo,

y otra vez el azul sensible a nuestros ojos

envía de nuevo la pasión.

Es tu belleza antigua

la que siempre enamora,

adornado tu pecho

con el collar sagrado de los lirios,

vieja simbología

de la fidelidad.

IV

Grecia otra vez me llama,

raíz de nuestra Historia

la que siempre me acoge

con los brazos de madre,

Creta, la isla que fue espejo

de los brillantes días

que vives abrazada

al agua que contempla

tu paisaje dorado

desde los viejos siglos,

el cielo soberano que regala el azul,

y en la noche en silencio

millones de estrellas

te sirven de corona.

V

Hoy vuelvo a ti

con la mirada urgente

que llenará mis ojos otra vez

y de nuevo me llama

con deseo encendido

clamando la caricia

dorada de tu piel,

y olvidar las ausencias

que hieren el espíritu

arrastrando la vida.

Porque es infinita la nostalgia

que apunta al corazón,

hoy vuelvo a ti,

Príncipe de los lirios.