Fernando Aramburu es un escritor que rebosa humanidad y verdad. Lo primero que leí de él Las letras entornadas me sorprendió y lo disfruté por las evocaciones autobiográficas y las referencias literarias, que comparto en su mayoría. No es una novela: reflexiones acerca de la literatura y confesiones personales regadas con buen vino. Un monodiálogo, como señaló Senabre, en el que la familia, la infancia y adolescencia están presentes junto a impresiones acerca de la lectura y otras cuestiones sentimentales y afectivas. Haber nacido cerca del mar que orienta, recibir una educación de valores y cariño determinan una personalidad equilibrada y sensible en la que la cultura, el esfuerzo y la lectura ocupan un lugar esencial.
Me identifiqué con el pasaje que destaca de Madame Bovary y que siempre comento con los alumnos “El acierto del ardiz narrativo de Flaubert reside en lo que no se cuenta pero el lector adivina o cree adivinar, partiendo claro está, de los antecedentes que se le han proporcionado y de una selección adecuada de detalles previstos para afianzar la sospecha sobre la naturaleza erótica del lance escamoteado…Dicha opción comportaría la descripción tal vez entretenida, pero ridícula y trivial, de un hombre y una ,mujer más o menos despojados de ropa en el interior de un fiacre decimonónico; empeñados en un ajetreo sexual dentro de un espacio estrecho y, por supuesto, incómodo, remejido por tumbos constantes durante un lapso inverosímil de alrededor de cinco horas, conforme se deduce de las marcas temporales repartidas en el texto”. El hombre rebelde de Camus y Ramiro Pinilla también son de mis favoritos. Comparto su opinión sobre La plaza del diamante y Pedro Páramo, admiro a Mercè Rodoreda, he tenido la suerte de poder leerla también en catalán y Rulfo es un maestro. Chejov, Cortázar, Blas de Otero…la poesía de Aleixandre…un repertorio común.
Después muy recomendada llegó Los peces de la amargura, diez relatos sobre las secuelas del dolor, la angustia de vivir con un trauma y las consecuencias de sufrir diariamente un conflicto. El hombre acosado por el hombre. Se me caían las lágrimas. Qué delicadeza y con qué cuidado expresa unos sentimientos, que son de todos, para no herir a nadie. El tema vasco es muy delicado y el sufrimiento que ha acarreado forma parte de la historia de este país. Conmovida por estos cuentos que publicó en 2006, los leí de un tirón. Personajes sencillos que el autor hace creíbles y que podemos apreciar por su buen tratamiento estético y ético. La memoria colectiva partiendo de experiencias cuando la realidad supera la ficción, como sucede a menudo.
“Cuando íbamos al cine, salíamos de casa con bastante adelanto para no tener después que apresurarnos. A mí, como tantas otras veces, me entró capricho de beber horchata. Yo es que sin mi horchata no iba a ninguna parte. Por esa razón veníamos los dos andando de aquel puente, pues al otro lado del río había, ahora no lo sé, una tienda de helados donde servían horchata. Te la sacaban con un cazo de unos cántaros de metal. Me gustaba mucho. Blanca, fresca, dulce: una delicia que desde entonces no he vuelto a probar. Mi padre no me negaba nada, conque allá fuimos. A la vuelta vi que de un jardín que hay detrás de este hotel salieron dos individuos. En esos momentos, un niño de nueve años ¿qué va a pensar? Imagino que lo asesinos tendrían el portal de nuestra vivienda vigilado. Ellos o sus cómplices. Apenas hora y media antes habíamos decidido ir al cine. Y el caso es que mi madre estuvo a punto de acompañarnos. Imagínate, me podía haber quedado huérfano del todo”.
Patria, libro necesario que explica una realidad de cuarenta años, le ha dado la fama, aborda en él el mismo tema. Ha obtenido premios y el favor de la crítica y lectores, acaban de estrenar la serie con gran éxito. Con la misma valentía y sensibilidad denuncia la violencia que se ejerce sobre esas personas para las que el sufrimiento y el dolor son el amanecer de cada día y se esfuerzan por soportar la sociedad que les ha tocado vivir. La historia sacada a la calle, no solo en los libros. La apuesta del autor por crear una sociedad basada en la convivencia pacífica de los ciudadanos, librarnos de los discursos del odio. El dominio de la lengua castellana, la estructura con una técnica elaborada y la construcción de un drama que recoge todas las voces, convierten este relato al servicio de la historia en un alegato contra el dolor que no se puede justificar.
La devoción de Aramburu por la poesía y las palabras, como buen filólogo, es evidente en su obra. La emoción, la elección del vocabulario y el ritmo que imprime a la prosa dan cuenta de ello. Federico García Lorca cautivó a este vasco de gustos literarios y costumbres sencillas llenas de calidad. A mí me pasó lo mismo, cuando escuché los versos de Federico supe a qué me iba a dedicar, traicionando los deseos de mi padre. Autorretrato sin mí, es un texto personal lleno de buena escritura de un mundo en el que nos reconocemos. “La guapa” toda una declaración de amor que no se olvida; cómo aprendió la compasión y su devoción por los libros con las alusiones a la infancia lo convierten en un libro imprescindible para conocer al autor. Aramburu habla de sí mismo y cuenta con nosotros. Un hombre sereno que ha encontrado las claves de lo que le da sentido a la vida.
El silencio ayuda a leer estos textos de Aramburu que se crio entre plomos y miedos como muchos de sus vecinos, confiesa que ha contado con la ayuda de la literatura para superar el destino conflictivo de unos años difíciles. La lectura ocupa su tiempo y Vetas profundas ilustra esta idea. Este poeta dedicado a la prosa realiza una selección poética intensa y evocadora con explicaciones sencillas que aportan conocimiento y belleza. Se aprecia el profesor, el crítico y el escritor. El poema que encabeza “Los justos” de Borges es una “noble lección moral de un hombre sabio”; Lorca, Rosalía, Neruda, César vallejo, Alejandra Pizarnik, Aleixandre, Miguel Hernández, san Juan de la Cruz, Bécquer, Alfonsina…Garcilaso, la selección es un acierto.
Pienso en el poema “La plaza” de Vicente Aleixandre cuando analizo la obra de Aramburu y veo a este hombre, entre los hombres, caminar con valentía y comprensión en esa enorme plaza en la que los corazones palpitan extendidos.
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