La última entrevista a Javier Marías en la nueva etapa de El Cultural, cuya portada le favorece poco y lo sitúa en los reinos del espanto, me ha interesado bastante. Leo poco a Reverte, pero Un día de cólera no me lo pierdo, me fío de las recomendaciones de uno de mis autores favoritos, comprendo que les gusten Conrad y Stevenson.
Dicen que está de moda la literatura de viajes, curiosamente, para unos tiempos en los que apenas nos podemos mover de casa y del beato sillón. Un buen amigo, César Manuel Fernandez, me recomienda que lea a Álvaro Mutis, escritor colombiano que vivió muchos años en México. Poeta, novelista y periodista que conjuga la prosa y el verso con la misma maestría y que con Maqnoll la aventura desvela la frágil condición humana.
Colombia, la tierra y el clima, el aroma de la riqueza de frutos y gentes contrastan con su vida y su educación europea. Se inició con Verne y Salgari, para después admirar a Flaubert, Dostoievsky, Chejov, Kafka, Rilke, la Generación del 27 y el Neruda de Residencia en la Tierra. Amigo de Gabriel García Márquez .
Recibió el Premio Nacional de Poesía en Colombia al año siguiente que le concedieran el Nobel al autor de Cien años de soledad. Cuenta con numerosos premios, el Cervantes y el Príncipe de Asturias entre otros.
Maqnoll el Gaviero, la conciencia del poeta, nació de sus experiencias en los planchones petroleros que recorrían el río Magdalena desde Barrancabermeja hacia Barranquilla. Gaviero es un marino que desde el sitio más alto de la barca vigila por todos los demás. En 1973 publicó en España Summa de Maqnoll el Gaviero (1947-1970). En 1997 añadió Contextos para Maqnoll, exploraciones de la vida
El Diario de Lecumberri (1960) es el resultado de su estancia en la cárcel, una experiencia que, como a Cervantes, le marcó la vida y que narraba con los artificios de las medias verdades, como solía hacer cuando narraba en público historias y aventuras.
Combina lírica y narratividad con una riqueza verbal extraordinaria, como se aprecia en La nieve del almirante (1966) Este poeta colombiano, concienciado con los problemas y las necesidades de su país conquista.
La aventura y el viaje, desde la exploración de la palabra hasta la naturaleza colombiana con sus grandes río y cordilleras, los cafetales y las andanzas interiores se integran en un mundo poético soberbio y de una riqueza deslumbrante que cobra un sentido universal y hermana las literaturas de habla castellana en una comunidad universal.Hay un poema La ciudad que me conmueve cada vez que lo leo, también los Nocturnos, pero este tiene un eco especial, ese que te traspasa porque contiene respuestas y preguntas hilvanadas. El surrealismo pasó por él, las vanguardias y su poder creador recrean una realidad que nos muestra, difusa y, a veces, caótica.
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