Penumbras

ESCENA 1

(Salen nueves chicas tapadas por un velo negro. Se colocan en el escenario y recitan)

VOZ 1: (Cristell)                   Hombre pequeñito, hombre pequeñito, 

VOZ 2: (Raquel)                   Suelta a tu canario que quiere volar… 

VOZ 3: (Samarys)                Yo soy el canario, hombre pequeñito, 

VOZ 4: (Daniela)                  déjame saltar.

VOZ 5: (Carlota)                  Estuve en tu jaula, hombre pequeñito, 

VOZ 6: (Luz)                         hombre pequeñito qué jaula me das.

VOZ 7: (Lucía)                      Digo pequeñito porque no me entiendes, 

VOZ 8: (Aurora)                   ni me entenderás.

VOZ 9: (Natalia)                   Tampoco te entiendo, pero mientras tanto 

ábreme la jaula que quiero escapar;

TODAS LAS VOCES:         hombre pequeñito, te amé media hora,

no me pidas más.

(Oscuro. Sale SEVERO detrás de un escritorio. Se oye que golpean a la puerta).

SEVERO: Pase, Andrés, ¿qué tal está? (Se dan la mano)

ANDRÉS: No tan también como usted, querido maestro. Vine a verle en cuanto me dieron su mensaje.

SEVERO: Muchas gracias. Tome asiento, por favor (se sientan). Lo llamé porque quería comentarle sobre un proyecto de investigación que me resulta muy interesante, muy novedoso, y me gustaría que lo dirija.

ANDRÉS: Será un honor, si usted me lo pide ¿Quién es el alumno?

SEVERO: Se trata de una alumna, una bióloga. Su nombre es Margarita Salas.

ANDRÉS: (Asombrado) ¿Margarita Salas? ¡Es una mujer!

SEVERO: (Como si no lo hubiese oído) Tiene una mente prodigiosa, una capacidad de estudio insuperable. Estoy seguro de que llegará muy lejos. He visto pocos científicos como ella.

ANDRÉS: No lo dudo, don Severo. Estoy convencido de que es así. Pero la señora Salas estará casada, o se casará, tendrá hijos y dejará la investigación. He tenido muy buenas alumnas y se olvidan de todo cuando son madres.

SEVERO: (Firme) No será el caso. Su marido, Eladio Viñuela, también es científico, y está decidido a apoyar a su mujer. Él está iniciando la investigación de su tesis.

ANDRÉS: ¿Y no pensó en mí para dirigir la tesis del marido? No dudo de la valía de la joven, pero el hecho de ser una mujer me hace dudar de que el esfuerzo de su investigación continúe intacto cuando lleguen los niños…

SEVERO: (Derrotado) ¿Entonces no acepta dirigir a Margarita? 

ANDRÉS: (Poco convencido) Don Severo, no puedo negarme a nada que usted me pida. Y mucho menos si la recomienda con tanto interés.

SEVERO: (Se levanta y le extiende la mano) Margarita y Eladio irán a Estados Unidos. Estoy seguro de que ella será capaz de grandes logros. Pero no quiero que acepte por mí, sino por ella.

ESCENA 2

Baja la luz. Salen a escena tres estudiantes, conversando.

ELADIO: Lo siento, Tomás, tengo mucho trabajo. Otra vez será.

TOMÁS: Eladio, desde la boda nunca vienes a nuestras cenas… Parece que te tienen corto (risas).

ELADIO: No es eso, es que tengo que terminar el proyecto de investigación y me urge entregarlo cuanto antes. Y tú, Arturo, ¿has conseguido director?

ARTURO: (Despreocupado) Todavía no. Pero tenemos tiempo aún.

ELADIO: (Serio) Amigos, sabéis que os aprecio mucho y que os valoro profesional y personalmente…

TOMÁS: (Risueño) ¡Epa! Se puso serio don Eladio…

ARTURO: (Siguiendo el tono de broma de Tomás) Usted dirá, don Viñuela, gran amigo y mejor científico…

ELADIO: Quería hablaros de algo que me preocupa. En nuestras reuniones hay un gran clima de camaradería. Trabajamos muy a gusto y dedicamos muchas horas a investigar, a discutir ideas… Pero todo cambia si está Margarita…

TOMÁS: (Indignado) ¿De qué hablas? Todos la respetamos.

ARTURO: (También con indignación) ¿Qué dices? Es un miembro más del equipo

ELADIO: (Conciliador) No es así, Arturo. Nunca le habláis directamente a ella, siempre que tenéis que decirle algo os dirigís a mí. Y ya ni hablemos del resto de la Facultad, Tomás. Muchos ni siquiera la saludan.

TOMÁS: Nosotros la respetamos. Es tu mujer, tú eres nuestro amigo… Pero tienes que entender que no es fácil para nosotros. (ELADIO pone cara de asombro).

ARTURO: Si te soy franco, Eladio, no sé hasta qué punto una mujer tiene que dedicarse a la investigación. Ella es tu esposa y supongo que querrás tener una familia. Si ella investiga ¿quién cuidará de ti y de los niños? ¿no te has puesto a pensar en eso?

TOMÁS: Somos tus amigos y por eso queremos ser sinceros. Todo el mundo piensa como nosotros.

ELADIO: ¿Y si Margarita quiere investigar? ¿Si quiere estudiar, desarrollar sus teorías? ¿No tiene derecho? Es más preparada, más trabajadora, más inteligente que muchos hombres ¿o hay que negarle ese derecho por ser mujer?

OSCURO

ESCENA 3

Dos compañeras del instituto están hablando, a la salida de clase

LUNA: – ¿Cómo que nos metieron a Brian en el grupo?

LIDIA: – ¿Y qué le iba a decir a la profe? Además, yo tampoco soy una crack en Lengua… La tengo suspensa, igual que él.

LUNA: -Pero tú trabajas y dibujas genial. Podemos hacer un cómic o un vídeo. Brian no va a hacer nada… Todo el día con el móvil y diciendo chorradas.

LIDIA: -Bueno, Luna, tú no estabas en clase y yo no me iba a poner a discutir, que sabes que la de Lengua me tiene manía… Además, la profe dijo que nos iba a dejar tiempo en la sala de ordenadores para buscar información. Ni siquiera hará falta reunirnos.

LUNA: -No, de eso nada. En los ordenadores se pondrá con sus vídeos de youtube y nosotras dos haciendo el trabajo… No tenías que haber aceptado, Lidia.

LIDIA: -A ver, habla tú con la profe, quién sabe qué dice… Pero ahora cállate que viene Brian.

Llega Brian. Las abraza a las dos amigas, con cierto exceso de confianza.

BRIAN: – Hola, chicas ¿Ya te dieron la noticia, Lunita? ¡Estamos juntos en el grupo! (con ironía)

LUNA: – Sí, qué alegría (también irónica, se zafa del abrazo).

LIDIA: – Bueno, yo esta tarde puedo quedar. Me cancelaron el entrenamiento de balonmano. Si queréis quedamos en la biblioteca.

BRIAN le quita el brazo a LIDIA y coge el móvil, mientras habla.

BRIAN: – Ufff… ¡Qué rollo! Vamos a la casa de Luna, que la abuela prepara buenas meriendas. (Dirigiéndose a LUNA). Cuando estábamos en primaria siempre quería ir a tu casa para zamparme las tartas de chocolate.

LUNA: – Le mando un mensaje a mi madre a ver si podemos ir. Tenéis que estar atentos, os dejo un whatsapp. (BRIAN hace un gesto como la venia de los militares. LUNA no lo ve, pero LIDIA sí). Si está ok, quedamos a las cinco.

LUNA se va. LIDIA se queda con BRIAN.

LIDIA: -Brian, deja de hacer el tonto. Tenemos que aprobar Lengua. La profe nos puso en el grupo con Luna porque es de las pocas que trabaja y se toma en serio las cosas. Es una oportunidad.

BRIAN: – ¡Cómo te pones! Te juro que me voy a portar bien, llegaré puntual y hasta llevaré ideas para el trabajo… Por cierto ¿de qué va?

LIDIA: – ¡Ves cómo eres! De las mujeres importantes en la historia del arte… Escritoras, pintoras, escultoras, compositoras…

BRIAN: – ¿Y si miramos el Rincón del Vago? Seguro que sale algo.

LIDIA: Mira, como digas eso, Luna te echa del grupo. Pregunta en tu casa, quizás te dan alguna idea.

BRIAN: – ¿En mi casa? Como no sea a las 3 de la mañana… Mi padre pasa de mí y trabaja todo el día. No lo veo nunca.

LIDIA: Bueno, quizás tu hermano…

BRIAN: Casi no nos hablamos… Pero le pregunto a ver qué me cuenta. Mujeres importantes en la historia del arte… (Se va, al rato se da vuelta y le grita, risueño) ¿No vale las hermanas Kardashian?

Se quedan los tres compañeros en el escenario formando un triángulo. Van rotando a medida que llegan a sus casas.

ESCENA 4

LIDIA: Hola mamá ¿qué hay para comer? ¿No habrás hecho lentejas otra vez?

MADRE: Pregunta a tu padre que lo ha preparado… Acabo de llegar.

PADRE: Pues no, princesa. Alubias blancas con chorizo…

LIDIA: Bueno, mejor que las lentejas.

PADRE: Diez minutos y comemos ¿Qué tal el instituto?

LIDIA: Bien. La de Lengua me puso en un grupo con Luna y Brian.

MADRE: ¡Qué grupo más raro! Por lo menos podrás recuperar si trabajas con Luna.

PADRE: ¿Y qué tienen que hacer?

LIDIA: Preparar una exposición, un cómic o algo sobre las mujeres en la historia del arte… Pintura, escultura, música… Lo que queramos. La profesora dice que somos las “invisibles”, que se ha ocultado y se sigue ocultando nuestra aportación al arte, a la ciencia…

PADRE: (refunfuñando) ¡Qué pesados se ponen con el tema! ¿“Invisibles”? Seguro, con mujer, dos hijas, una gata y la suegra todo el día en casa…

MADRE: Por favor, Jorge, no digas burradas…

PADRE: Pero vamos a ver… eso es una tontería… ¿Cómo “invisibles”?

LIDIA: Es que, si miramos los libros, solo aparecen nombradas un 10 por ciento de mujeres frente al 90 por ciento de hombres… 

PADRE: Es lógico. Durante años las mujeres no estudiaban, no se formaban. Al ir cambiando la sociedad, aumenta la presencia femenina.

LIDIA: Sin embargo, a lo largo de la Historia hubo mujeres importantes, pero no las conocemos o las hemos olvidado… A ver… Dime el nombre de escritores importantes.

PADRE: Cervantes, Shakespeare, Lope de Vega, Calderón, Quevedo, Lorca…

LIDIA: Ahora una escritora importante…

PADRE: Hay un montón…

LIDIA: Solo una y te dejo terminar la comida…

PADRE: (Pensando) Uffffff…. ¡La presión de un nombre…!

MADRE: (Al rescate) ¡Santa Teresa!

PADRE: (Sonriendo a su mujer) Gracias, mi amor, te quiero…

LIDIA: Ahora tú, papá… Vamos… Una autora… ¿No es que hay muchas?

PADRE: ¡A la mesa! Ya está la comida…

LIDIA: ¿Viste que no te sale fácilmente?

Casa de BRIAN. Va al centro del escenario

BRIAN: ¡Hola! ¿Hay alguien?

JOHNY: Estoy aquí… Pero ya me iba. Hay unas pechugas rebozadas si quieres. Sobraron de anoche. Puedes cortar un tomate…

BRIAN: Gracias… Oye… Una pregunta…

JOHNY: (Interrumpe) No te puedo prestar un duro…

BRIAN: No es eso… Es por un trabajo de Lengua.

JOHNY: (incrédula) ¿Qué dices? ¿Un trabajo? Me da algo… ¿Qué pasa?

BRIAN: ¿Recuerdas alguna mujer que hayas estudiado en el instituto, en alguna asignatura? 

JOHNY(Pensando en voz alta) Me acuerdo de Madame Curie… Isabel la Católica…

BRIAN: Científicas, escritoras, compositoras…

JOHNY: ¡Gloria Fuertes!… Creo que se murió cuando estaba en primero y le hicieron un homenaje. Era escritora.

BRIAN: ¡Gracias! ¿Y algo más?

JOHNY: Mira que estás pesado… No sé… (Piensa) Recuerdo algo de unas mujeres escritoras que no tenían sombrero o algo así… La verdad que no prestaba mucha atención en clase. Busca en Google sombrero, escritoras… ¡Qué se yo! Tengo que ir a trabajar. Ponte a ordenar el cuarto y a limpiar el baño que cuando llegue papá no querrá ver todo hecho un lío…

BRIAN: Sí, mi capitán…

ESCENA 5

BRIAN pone en su móvil “Sombrero”, “escritoras”… Todo se proyecta. Salen cinco mujeres con un velo negro y un sombrero. A medida que van recitando el poema de cada una de las autoras, se sacan el sombrero y lo tiran al centro.

CONCHA ESPINA:

Yo soy una mujer: nací poeta,

y por blasón me dieron

la dulcísima carga dolorosa

de un corazón inmenso.

En este corazón, todo llanuras

y bosques y desiertos,

han nacido un amor, interminable,

y un cantar gigantesco;

pasión que se desborda de la tierra

y que invade los cielos…

Ando la vida muerta de cansancio,

inclinándome al peso

de este afán, al que busca mi esperanza

un horizonte nuevo,

un lugar apacible en que repose

y se derrame luego

con la palabra audaz y victoriosa

dueña de mi secreto.

Yo necesito un mundo que no existe,

el mundo que yo sueño,

donde la voz de mis canciones halle

espacios y silencios;

un mundo que me asile y que me escuche;

¡lo busco, y no lo encuentro!…

(Tira el sombrero. Mientras recita el poema se proyectan imágenes de la autora)

ALBERTI: (Eufórico) ¡Qué buena juerga montamos anoche! ¡Ha sido increíble, Federico! En la Residencia de Estudiantes no se puede montar una fiesta así, hay que conformarse con tomar el té (Risas).

LORCA: Y no te olvides, Rafael, que esta noche tenemos que ir a la finca de Ignacio… ¡Viva Sevilla!

GUILLÉN: (Más serio) Sin duda, Sánchez Mejía nos invitó a todos, no podemos despreciar la invitación… Dámaso, tienes que recitar otra vez a Góngora. Nuestro anfitrión estaba encantado de tu memoria ¿Cómo recuerdas tantos poemas del maestro?

ALONSO: Mira, Jorge. Sé más de mil versos de Góngora de memoria… ponme a prueba y te recito alguno…

CERNUDA: Déjate de pruebas, Dámaso y vamos que el público nos espera… Lo de ayer ha sido maravilloso. Todo el Ateneo puesto de pie y tirando pañuelos y sombreros a Federico… ¡Qué maravilla tu Romancero gitano!

JOSEFINA DE LA TORRE:

Mira:

me gustas porque sabes

decir mentiras.

Si dijeras verdades

no me gustarías.

¡Qué dulce que sabe

la mentira!

Es buena,

noble,

decisiva.

Y la verdad

¡qué tonta y desabrida!

Siempre igual,

esperada, conocida.

¡En cambio la mentira

qué dulce,

amarga compañera mía!

Te quiero,

porque sabes decir mentiras.

(Tira el sombrero. Mientras recita el poema se proyectan imágenes de la autora)

LORCA: Gracias, Luis, por sus elogios. Todos hemos sido muy bien recibidos por el público ¿Crees que Ignacio estará contento? Su idea de invitarnos a todos ha sido muy generosa y quiero que esté satisfecho

ALBERTI: ¡Claro, hombre! En Sevilla se hablará de nosotros durante mucho tiempo…

GUILLÉN: ¿Tú crees, Rafael? Si no somos más que un grupo de poetas alrededor de un torero…

ALONSO: Pues la acogida no pudo ser mejor. Los trescientos años del aniversario de la muerte de Góngora están siendo recordados por todo lo alto…

CERNUDA: Por la mañana, por la tarde y por la noche… (Risas). Vamos que nos esperan Manuel, Vicente y Gerardo…

ALBERTI: ¿Se habrán despertado? Ayer estuvimos hasta las tantas…

CARMEN CONDE:

En la tierra de nadie, sobre el polvo

que pisan los que van y los que vienen,

he plantado mi tienda sin amparo

y contemplo si van como si vuelven.

Unos dicen que soy de los que van,

aunque estoy descansando del camino.

Otros «saben» que vuelvo, aunque me calle;

y mi ruta más cierta yo no digo.

Intenté demostrar que a donde voy

es a mí, sólo a mí, para tenerme.

Y sonríen al oír, porque ellos todos

son la gente que va, pero que vuelve.

Escuchadme una vez: ya no me importan

los caminos de aquí, que tanto valen.

Porque anduve una vez, ya me he parado

para ahincarme en la tierra que es de nadie.

(Tira el sombrero. Mientras recita el poema se proyectan imágenes de la autora)

LORCA: No os olvidéis que han llamado a un fotógrafo. Tenemos que dejar registrado estos días para la posteridad…

GUILLÉN: ¿Una fotografía? ¿Para qué? No me hacen faltas fotos. Estos días serán inolvidables para mí. He disfrutado mucho de vuestra compañía y de vuestros poemas.

ALONSO: Pero un recuerdo no está mal, hombre… (Rodea con el brazo a los que tiene al lado) Para cuando seamos mayores y rememoremos lo bien que lo pasamos en Sevilla.

CERNUDA: ¿Estamos todos? ¿No falta nadie? 

ALBERTI: Van a venir José María Romero Martínez, el presidente de la sección de literatura del Ateneo y Manuel Blasco Garzón, presidente del Ateneo de Sevilla.

CERNUDA: ¿Estáis seguros que estamos todos, Rafael? ¿No echas en falta a otros poetas?

Cambio de luz. Aparece ROSA CHACEL

ROSA CHACEL:

Ellos son los que viven sin nacer a la tierra:

no les sigáis con vuestros ojos,

vuestra mirada dura, nutrida de firmezas,

cae a sus pies como impotente llanto.

Ellos son los que viven en el líquido olvido,

oyendo sólo el corazón materno que les mece,

el pulso de la calma o la borrasca

como el misterio o canto de un ámbito entrañable

(Tira el sombrero. Mientras recita el poema se proyectan imágenes de la autora)

ALBERTI:  Recuérdame tu poema, Federico. El del niño, la luna, la fragua…

LORCA:                    La luna vino a la fragua 

con su polisón de nardos. 

El niño la mira mira. 

El niño la está mirando. 

ALONSO:                  En el aire conmovido 

mueve la luna sus brazos 

y enseña, lúbrica y pura, 

sus senos de duro estaño. 

GUILLÉN: (Asombrado) Dámaso ¿cómo puedes recordarlo si solo lo has oído una vez? Me parece increíble.

CERNUDA: Tiene una memoria prodigiosa, impresiona la capacidad de memorizar.

ALONSO: Por cierto, todos me debéis unas cañas. Llevo buena cuenta de ello (Risas).

Cambio de luz. Aparece ERNESTINA DE CHAMPOURCIN

ERNESTINA DE CHAMPOURCIN

¿Quién podrá detener la huida incontenible,

la constante agonía de avance y retroceso

de nuestros hombres-islas, de nuestras islas-hombres?

Huir no es renacer o cambiar de lugares.

No confundáis jamás huida y cobardía,

huir no será nunca poner tierra por medio.

Porque huir no es marchar hacia otro refugio.

Es lanzarse al vacío, ceder a un arrebato

de pasión que no espera.

Cuando huyen las islas es que algo las busca

para manchar acaso el cristal de sus sienes

y entonces brotan alas en todos los senderos

y hay algo que sublima lo mezquino y lo pobre.

(Tira el sombrero. Mientras recita el poema se proyectan imágenes de la autora)

ESCENA 6

Casa de LUNA. Centro del escenario.

LUNA: Hola, abuela… 

ABUELA TITA: ¿Qué tal? ¿Todo bien en la escuela?

LUNA: Si, abu… ¿No sabes a qué hora llega mamá?

ABUELA TITA: Creo que a eso de las ocho. Me pidió que recoja a tu hermano, así que vendrá tarde. Tu papá no vuelve hasta la semana que viene ¿Qué necesitas?

LUNA: Es que tengo que hacer un trabajo y quería preguntar si podía invitar a BRIAN y a LIDIA. Le puse un whatsapp.

ABUELA TITA: Sí, seguro que sí. Te quedas en el escritorio y sin problemas. No creo que te pongas pegas… BRIAN es el niño que se quedó sin madre, ¿no? Hace años que no viene por casa.

LUNA: Sí, abu. Es que de pequeños éramos amigos, pero ya no. Solo está con el móvil, no atiende en clase. Suspende todas, excepto Educación Física y Tecnología. 

ABUELA TITA: Pobre chico, quedarse sin madre tan pequeñito tiene que haber sido muy duro. Y el padre todo el día trabajando… Me va a gustar verlo otra vez.

LUNA: Él está encantado. Se acuerda de tus tartas… Así que ya verás: vendrá, se pondrá a comer y a molestar y el trabajo lo terminaremos haciendo LIDIA y yo.

ABUELA TITA: ¿De qué es el trabajo?

LUNA: Sobre las mujeres en el arte, la ciencia… Las grandes olvidadas.

ABUELA TITA: Es cierto… Muchas mujeres se las conoce por “hijas de” o “mujeres de”… Pero no por ellas mismas…

LUNA: ¡Qué buena idea me has dado! ¿Qué te parece el título del trabajo: “Señoras de nadie”? Voy a buscar varias escritoras, escultoras, artistas en general con gran talento pero siempre a la sombra de padres, hermanos o maridos… Muy bueno…

ABUELA TITA: Me alegro de haberte ayudado. Vamos a comer.

LUNA(Mirando el móvil) Mamá me dice que sí. Le escribo a los chicos y voy a la mesa…

 ESCENA 7

(Salen dos chicos con una tela blanca de punta a punta del escenario. Empiezan a aparecer las mujeres y se quedan tras la tela).

ZENOBIA CAMPRUBÍ: Soy Zenobia Camprubí, escritora y lingüista. Escribí y traduje textos al inglés, di conferencias en diversas universidades del mundo y sin embargo me conocen por ser la mujer del escritor Juan Ramón Jiménez.

ELENA GARRO: Soy Elena Garro, escritora mexicana. Los estudiosos de la literatura me consideran precursora del realismo mágico y sin embargo pocos han oído de mí fuera de México. Viví siempre a la sombra de mi marido, el escritor Octavio Paz.

MARÍA TERESA LEÓN: Soy María Teresa León, escritora española, pero todos me recuerdan por haber sido la mujer de un gran escritor, Rafael Alberti.

CONCHA MÉNDEZ: Soy Concha Méndez, también escritora y española, como María Teresa. Y al igual que ella, se me recuerda por haber sido la mujer de Manuel Altolaguirre, poeta de la generación del 27, al igual que Rafael.

SILVINA OCAMPO: Soy Silvina Ocampo, escritora argentina. Como ustedes, queridas amigas, soy escritora y muchos se refieren a mí como la mujer de Adolfo Bioy Casares, otro gran escritor argentino.

GABRIELE MÜNTER: Soy Gabriela Münter, pintora alemana. Mi obra expresionista no fue reconocida y todos me recuerdan como la mujer de un gran maestro de la pintura, Kandinsky.

CLARA WIECK SCHUMANN: Soy Clara Wieck Schumann, música y compositora, pero la Historia se refiere a mí como la esposa de Schumann.

MILEVA MARIC: Soy Mileva Maric, matemática serbia. Mis aportes fueron claves para el desarrollo de la teoría de la relatividad… Sin embargo, quienes se acuerdan de mí solo dicen que fui la primera mujer de Albert Einstein.

MARY MOFFAT: Soy Mary Moffat, exploradora sudafricana. Mi cuerpo descansa en África y en mi sepultura se indica: “Tumba de la esposa del Dr. Livingstone”.

(Se apaga la luz y la tela se cae). Las mujeres siguen en penumbra.

ESCENA 8

OSCURO. Una chica joven, con vestimenta de calle de los años cuarenta, aparece en escena.

TITA JOVEN: ¡Madre, madre!

JOSEFA(con un delantal, con ropa que denota más edad) ¿Qué te pasa, Tita?

TITA JOVEN(Feliz) ¡He aprobado! ¡Saqué la mejor nota!

JOSEFA(Con orgullo, abrazándola) ¡Qué bien, hijita! Siempre fuiste tan inteligente… No como tus hermanos, sobre todo Luis… (Volviendo a abrazarla) ¡Estoy muy orgullosa de ti!

TITA JOVEN: Gracias, mamá… Y tengo que decirte algo más… Es muy importante…

JOSEFA: Dime, no me asustes…

TITA JOVEN: Doña Carmen me dijo que tengo que seguir estudiando, que hable con mis padres, que tengo condiciones para ser profesora…

JOSEFA(Triste) Ah, Tita… Tu padre nunca va a aceptar que sigas estudiando. Confórmate con el bachillerato. Ninguna de tus amigas ha llegado tan lejos. Ahora tienes que pensar en casarte, EN tener hijos… Ayudar a la familia, colaborar con el negocio…

TITA JOVEN: Pero mamá, ¿por qué no puedo estudiar? Siempre los he obedecido, he trabajado en casa, he ayudado en todo… Por favor, mamá, habla con mi padre. Trata de convencerlo.

JOSEFA: (Con resignación) Ya he hablado. Tiene otros planes para ti.

TITA JOVEN(Con miedo) ¿Qué planes? Habla, madre, por favor.

JOSEFA: Estuvo hablando con Don Manuel, el de la carnicería. Su hijo se ha fijado en ti. Tiene un comercio bastante próspero, no te va a faltar nada… ¡Hasta tiene un coche!

TITA JOVEN: (Horrorizada) ¡Manolo! ¡No me casaré jamás con él! Es arrogante, presumido, desagradable con sus trabajadores… 

JOSEFA: Tu hermana dice que es muy simpático, que baila muy bien… Anduvo de novio con la prima de Marta y dice que le hacía muchos regalos…

TITA JOVEN: Mamá… ¡No! ¡Eso sí que no! Antes me meto a monja…

JOSEFA: Pero Tita, no seas así… Tu padre quiere lo mejor para ti.

TITA JOVEN(Con una sonrisa triste) ¿Lo mejor para mí? ¡Si no sabe quién soy! No sabe qué me gusta, qué me interesa… Nunca habla conmigo ni me pregunta mi opinión. Solo vale la palabra de mi hermano Luis y la de él. 

JOSEFA: No digas eso (acariciándola). Tu padre te quiere mucho. Pero así son las costumbres. Los hombres mandan y nosotras obedecemos.

TITA JOVEN: Lo siento, mamá. No puedo entender cómo aceptas todo, aunque no estés de acuerdo. (Decidida) Yo voy a luchar (Se va).

JOSEFA(Preocupada) Hija, vuelve… Tita…

ESCENA 9

OSCURO.

Los tres compañeros están alrededor de una mesa. Hay un ipad y algunos papeles con notas.

LUNA: Bueno, a ver si empezamos de una vez… ¿Alguna idea para el trabajo?

LIDIA: ¿Qué tal si hacemos una investigación en los libros de texto? Podemos leerlos y ver cuántas veces nombran mujeres y cuántas nombran a hombres… 

LUNA: Es buena idea, pero muy poco vistosa… Haríamos un power point con los datos y ya está…

BRIAN: ¡Y para eso tendría que abrir los libros de texto! (Burlón). Eso va contra mis principios.

LUNA(Irónica) Eso nunca, claro… ¡A quién se le ocurre! ¿Entonces qué propones?

BRIAN: Podemos hablar de alguna autora. Gloria Fuertes, por ejemplo, o un grupo de artistas que me chivó mi hermana… “Las sin sombrero”. Lo miré en Google y era una peña importante.

LUNA: Sí, está bien. Gloria Fuertes es importante, pero no es de las “invisibles”. Se estudia en las escuelas, se conoce su obra. Las “sin sombrero” es un buen tema.

LIDIA: ¡Se ponen de acuerdo en algo! ¡Milagro!

BRIAN(Sorprendido) ¿En serio que te parece buena idea? Seguro que alguna pega le encuentras…

LUNA: No se trata de poner pegas sino de buscar algo novedoso… Voy a apuntar lo de las “sin sombrero” y les cuento lo que hablé con mi abuela. Resulta que muchas artistas fueron conocidas por sus maridos y no por ellas mismas… Sería cuestión de buscar ejemplos de todas las que fueron “las señoras de… tal y cual”.

BRIAN: ¡La abuela Tita! ¿Está en casa? Me acuerdo de sus tartas de chocolate.

Llega la abuela con una tarta y saluda.

ABUELA TITA: Ni que me hubieses llamado… Aquí estoy con una de esas tartas…

BRIAN: ¡Abuela! Tanto tiempo sin verla…

ABUELA TITA(Dándole un beso y un cachete simpático en la cara) ¡Qué grande estás! ¿Qué tal tu hermana?

BRIAN: Bien, abuela, trabajando…

ABUELA TITA: Bueno, os dejo la tarta y voy a por café con leche.

BRIAN: Yo me cojo un trozo y me voy a ayudar a la abuela… Mientras tanto, pueden ir pensando y organizando lo que hay que hacer…

ABUELA TITA: ¡Qué amor de muchacho! ¡Tan servicial!

LIDIA: (A LUNA) Con tal de no dar un palo al agua…

BRIAN y ABUELA TITA se van.

LIDIA: Bueno, veamos… mujeres de… Vamos a hacer una búsqueda.

LUNA: Mira lo que he encontrado. Por ejemplo (Se proyectan imágenes de estas mujeres)

Camille Claudel (1864-1943), escultora francesa. La crítica la ninguneó y la consideró siempre como la amante de Auguste Rodin. Murió sola, encerrada en un manicomio…

Zenobia Camprubí (1887-1956), escritora y lingüista. Escribió y tradujo textos al inglés, dio conferencias en diversas universidades del mundo y sin embargo se la conoce por ser la mujer del escritor Juan Ramón Jiménez

Elena Garro (1916-1998), escritora mexicana. Se la considera precursora del realismo mágico y sin embargo no es conocida fuera de México. Vivió siempre a la sombra de su marido, el escritor Octavio Paz.

LIDIA: Mira, otras escritoras:

María Teresa León, se la conoce por haber sido la mujer de Rafael Alberti

Concha Méndez, escritora española, pero conocida por ser la mujer de Manuel Altolaguirre

LUNA: Mira, pertenecen al grupo de las “sin sombrero” que decía BRIAN.

LIDIA: Pues algo ha aportado al trabajo…

LUNA: Por cierto, este no vuelve… (irónica) Se ve que se fueron a hacer el café a Colombia… (enfadada) Con tal de no hacer nada… Ya sabía que no se podía contar con él.

LIDIA: Brian es inteligente pero no le gusta estudiar. 

LUNA: No hace fala que lo jures… En fin. Mira, más “señoras de…”

Silvina Ocampo, escritora argentina. Se la conoce por ser la mujer de Adolfo Bioy Casares

Gabriele Münter (1877-1962), pintora alemana. Su obra expresionista no fue reconocida. Se la conoce como la mujer de Kandinsky

Clara Wieck Schumann, música y compositora, pero se la recuerda como la mujer de Schumann

LIDIA: Y además hay científicas, exploradoras… Y a todas se las conoce por el marido…

LUNA: ¿Has encontrado más casos? ¿Quiénes?

LIDIA: Mileva Maric (1875-1948), matemática serbia. Sus conocimientos matemáticos fueron claves para el desarrollo de la teoría de la relatividad… Sin embargo, se la conoce por ser la primera mujer de Einstein.

LUNA: Es increíble. Siempre ocultas, siempre a la sombra. De ahí la “gloriosa” frase: “Detrás de un gran hombre hay una gran mujer” (Vehemente) ¡Ni detrás ni delante! ¡Al lado!

LIDIA: No te enfades, Luna… Mira otro caso: Mary Moffat (1821-1862). Exploradora sudafricana. Murió en África y en su sepultura se indica: “Tumba de la esposa del Dr. Livingstone”

LUNA: ¿En serio? ¡Qué vergüenza!

ESCENA 10

OSCURO. Vuelve a aparecer TITA JOVEN, acompañada de una señora.

TITA JOVEN: Le agradezco muchísimo que haya venido, profesora. Pero no creo que logre nada hablando con mi padre…

CARMEN: Tita, hay que intentarlo. Por lo menos, que sepa lo que vales. No puede impedir que sigas creciendo, progresando…

TITA JOVEN: Ya verá que es de piedra. Inflexible.

CARMEN: Ten fe.

TITA sonríe y asiente.

TITA JOVEN: Voy a llamar a mi padre

CARMEN: Aquí te espero.

Sale. Aparece enseguida el padre de TITA.

TITA JOVEN: Profesora, le presento a mi padre.

EDUARDO: Eduardo García, un placer (le extiende la mano)

CARMEN: Carmen Pedraza, el gusto es mío.

EDUARDO: Me dice mi hija que quiere hablar conmigo.

CARMEN: Sí, señor García, si me permite unos minutos.

EDUARDO: Tita, trae algún refresco a la profesora, ¿qué le apetece?

CARMEN: Nada, muchas gracias. Solo será un minuto.

EDUARDO: (Autoritario) Ve a ayudar a tu madre y déjanos solos.

TITA JOVEN: Sí, padre. Hasta luego, profesora.

CARMEN: Hasta luego, querida.

EDUARDO: ¿Toma asiento?

CARMEN: Sí, gracias. (Se sientan)

EDUARDO: Usted dirá.

CARMEN: Señor García, antes que nada, le agradezco su amabilidad. Me da mucho gusto que haya aceptado mi visita.

EDUARDO: No tiene nada que agradecer.

CARMEN: Además, quería felicitarlo por su hija. Tita es una alumna excepcional. Inteligente, aplicada. Es de las personas más talentosas que conozco y una de mis mejores discípulas. Hace años que me dedico a enseñar y le aseguro que no hay muchos alumnos como ella.

EDUARDO: Me alegro.

CARMEN: Todo el talento de Tita no puede desperdiciarse. Es una muchacha con un gran potencial. Sería una pena enorme que no siga estudiando. Puede ser una gran docente. Tiene muchas condiciones.

EDUARDO: Mire, profesora. Le reitero mi agradecimiento por sus palabras, pero como comprenderá, Tita debe obedecer lo que le mande su familia. Es una joven muy trabajadora y la necesitamos en el negocio. Tiene que ayudar a su madre.

CARMEN: Justamente quería decirle que Tita es capaz de hacer todo; colaborar con la familia y continuar con los estudios. Han abiertos cursos vespertinos en la Facultad y podría conciliar sus tareas familiares y seguir con su formación.

EDUARDO(Se pone de pie) ¿Me está diciendo que vaya a estudiar por la noche? Usted sabe el tipo de mujeres que va por la calle, sola, después de ciertas horas ¿Quiere que mi hija esté en boca de todo el barrio?

CARMEN(Levantando la voz) ¡Por supuesto que no! (También se pone de pie) No se trata de ir de paseo, se trata de ir de la Facultad a su casa. Las clases terminan a las 9 de la noche.

EDUARDO: ¡Imposible! A esas horas las mujeres decentes están en su casa y no por ahí.

CARMEN: Pues yo he asistido a conferencias y a cursos por la noche y había varias mujeres. Profesoras, investigadoras…

EDUARDO: Estarían acompañadas por sus padres o por sus maridos ¿O usted asiste sola a esos lugares, a esas horas?

CARMEN: Mi padre ha muerto y estoy soltera, así que no puedo ir acompañada de nadie. (Firme) Pero tampoco lo necesito porque sé caminar y mirar por dónde piso.

EDUARDO: Mire, profesora. Esta conversación no tiene razón de ser. Tita ha terminado el bachillerato y ya tiene estudios más que suficientes para ser mujer. Ahora le toca ayudar en casa hasta que se case, que espero que sea pronto, y me dé muchos nietos.

CARMEN(Rendida) ¿No se ha parado a pensar que Tita quiere otra cosa, que no es como otras muchachas? ¿Ha hablado con ella de sus sueños, de sus ilusiones?

EDUARDO: Soy su padre y quiero morir tranquilo, viéndola casada, con un marido que la proteja y con unos hijos que la hagan feliz. Procuraré lo mismo para su hermana. Es mi deber.

CARMEN: Si es su última palabra, no tengo nada más que hablar. Buenas tardes. Le ruego que me despida de Tita.

EDUARDO: Buenas tardes. Le daré sus saludos.

OSCURO. BRIAN y la ABUELA TITA están con tazas y café.

ESCENA 11

BRIAN: ¿En serio que hizo eso tu padre? ¡Qué tremendo!

ABUELA: Sí, así fue. Y no hubo caso. Yo sabía que mi pobre profesora iba a perder el tiempo. Pero aún así quiso ir a verlo y se llevó el chasco de su vida.

BRIAN: Fíjate, qué cosa…

ABUELA: Por eso ahora que los veo con los libros, no sabes lo contenta que estoy. Quiero que mis nietos estudien mucho, sobre todo LUNA. Que aprenda todo lo que yo no pude aprender.

BRIAN: No te preocupes que LUNA aprende por ti, por mí, por su madre y por todas las mujeres de tu familia…

ABUELA(Risas) Muy bien, mi nieta es muy lista.

BRIAN: Sí, abuela… Vamos a llevar el café, que nos estarán echando de menos… Oye, una cosa… ¿Al final te casaste con el dueño de la carnicería?

ABUELA: Esa parte de la historia te la cuento más tarde… Ahora ve a llevar el café a las chicas.

BRIAN se acerca a la mesa donde están las LUNA y LIDIA

BRIAN: Señoritas, traigo los cafés…

LIDIA: ¡Menos mal! Ya era hora ¿Te has ido a la plantación a buscarlo?

BRIAN: Bueno, guapa… Estuve hablando con la abuela de Luna (A LUNA) ¿Sabías que quiso ser profesora y no la dejaron estudiar?

LUNA: (Distante) Sí, algo me dijo… Venga, a ver si concretamos algo del trabajo. Tenemos una lista de mujeres maravillosas y talentosas que se conocen por ser esposas o parejas de grandes hombres de la historia… Podríamos hacer algo interesante, pero hay que pensar exactamente qué…

BRIAN(Mira las hojas) Muy bien, chicas. Buena búsqueda.  

LUNA: Dos de esas mujeres son del grupo de “las sin sombrero” que habías comentado.

LIDIA: Es difícil decidir cómo lo presentamos porque son de épocas diferentes… Y hacer un power point no es muy creativo.

BRIAN: Sí, es cierto. La profe dijo que teníamos que usar la imaginación… ¿Un vídeo? ¿Un reportaje?

LUNA: Podemos pedir opiniones a historiadores, sociólogos.

LIDIA: Quizás mis padres pueden echarme una mano en eso.

BRIAN: Os juro que no es por cortar el rollo ni por escaquearme, pero creo que tenemos un filón en la historia de tu abuela.

LUNA: ¿Mi abuela Tita?

BRIAN: Exacto. Era joven, buena estudiante, y por prejuicios machistas no pudo cumplir su sueño, estudiar y ser profesora… Además, la obligaron a casarse con alguien que no quería porque las mujeres debían acatar todo lo que se les imponía.

LIDIA: ¿Cómo sabes tantas cosas?

BRIAN: Me lo acaba de contar en la cocina.

LUNA: ¿Mi abuela se casó obligada? ¿Estás seguro?

BRIAN: Pregúntaselo a ella…

LIDIA: Vamos, Luna, seguimos con la investigación más tarde… Vamos a ver qué nos cuenta.

ESCENA 12

OSCURO. Vuelve a aparecer TITA JOVEN, acompañada de otra muchacha de su edad. Están vestidas con delantales.

MAYTE: Tita, hoy hay verbena… Vamos un rato, venga.

TITA: ¿Qué dice nuestro padre? No sé si verá con buenos ojos que vayamos a ir.

MAYTE: Ya he hablado con papá. Le dije que nuestro hermano Luis viene con nosotras y nos ha dejado hasta las once.

TITA: Será un milagro… Desde que rechacé a Manolo casi no me habla.

MAYTE: ¡Es que tú también! ¿Cómo se te ocurre? Era el mejor partido… ¿Viste qué coche tiene? Es guapo, simpático, baila bien…

TITA: Mayte, si tan maravilloso te parece, cásate tú con él.

MAYTE: Ay, chica, ¡cómo te pones! Pero padre no me va a buscar marido hasta dentro de dos años… ¡Con las ganas que tengo de casarme! Ya tengo bordadas no sé cuántas sábanas y manteles ¿A ti no te gustaría tener un marido, una casa, hijos?

TITA: Me gustaría encontrar una persona que me entienda, que me comprenda. No quiero un marido sino un hombre con el que formar un matrimonio con amor, con compañerismo. Manolo no tiene nada que ver conmigo.

MAYTE: (Con picardía) A mí no me engañas… A ti te gusta el zapatero

TITA: (Ruborizada) No sé de dónde sacas esas fantasías.

MAYTE: Pues está claro que te pones nerviosa cuando viene a la tienda. Y fíjate que creo que a él también le gustas.

TITA: ¿De verdad?

MAYTE: Estoy segura… Pues mira, hablando del rey de Roma. (Llega un joven vestido modestamente) Hola, Gabriel, buenas tardes.

GABRIEL: Hola, Mayte. Buenas tardes, Tita.

MAYTE: Pasa, hombre. Te dejo con Tita, que voy a buscar algo que se me olvidó hace unos días y lo perdí seguramente, no sé dónde lo dejé… Hasta luego.

GABRIEL: Hasta luego, Mayte

Se quedan solos. Se miran. Silencio incómodo. Hablan a la vez

TITA: ¿Qué vas a llevar?

GABRIEL: Venía a por azúcar. 

(Risas)

TITA: ¿Quieres azúcar? ¿Estás seguro? Tu madre pasó esta mañana y compró medio kilo.

GABRIEL: Es para el taller, para la zapatería.

TITA: Claro, ahora te traigo. (Prepara un paquete) Son 6 pesetas. (GABRIEL le da las monedas y TITA el paquete. Ambos se quedan un momento con el azúcar entre las manos)

GABRIEL: Muchas gracias, Tita. Hasta pronto.

TITA: Buenas tardes, saludos a tu madre.

GABRIEL se va, pero se detiene y retrocede. Se queda mirando a TITA sin decir nada.

TITA: (Con una sonrisa tímida) ¿Precisas alguna cosa más?

GABRIEL: No.

TITA: Ah

GABRIEL: (Tomando fuerza, con mucha vergüenza) En realidad no venía a comprar nada. Me preguntaba si te gustaría ir hoy conmigo a la verbena, pero no sabía muy bien cómo pedírtelo. 

TITA: (Con una sonrisa, pero tímida a la vez) ¿Quieres ir conmigo al baile?

GABRIEL: (Atropellado) Si no quieres, si no te gusta, podríamos ir al cine o a dar un paseo. 

TITA: Sí que me gusta. Mayte y yo pensábamos ir con Luis. Mi padre nos da permiso hasta las once.

GABRIEL: Si ya tienes planes, no te preocupes, otro día.

TITA: No tengo planes. Cerramos a las ocho ¿te parece muy pronto o muy tarde para recogerme? 

GABRIEL: (Eufórico) La hora perfecta. A las ocho estoy aquí.

TITA: Vendrían con nosotros Luis y Mayte.

GABRIEL: Y tú y yo. Eso es lo que importa.

ESCENA 13

Casa de LUNA. Los tres compañeros y la ABUELA conversan animadamente.

LUNA: ¡Ya me parecía que tu boda con el abuelo no había sido un matrimonio forzado! 

ABUELA TITA: Fue la primera vez que me planté ante mi padre. Y me arrepiento mucho de no haber tenido ese mismo valor para enfrentarme a su prohibición de estudiar… 

BRIAN: ¡Muy bien, abuela! (a LUNA) Luna, la historia de tu abuela mola muchísimo. Podemos contar a través de ella la situación de tantas mujeres que no pudieron realizar sus sueños.

LIDIA: (Entusiasmada) Tenemos que incluir el tema del intento de matrimonio concertado… Super guay.

ABUELA TITA: Bueno, cuando os saquéis un 10, que sepáis que la mitad de la nota es para mí.

LUNA: (Aplacando los ánimos) No nos volvamos locos. La historia de la abuela es la de miles, millones de mujeres. Pero hablamos de mujeres olvidadas que lograron crear, investigar, descubrir. Si contamos su historia, no se relaciona con lo que nos pidió la profe.

BRIAN: Pues fíjate que yo creo que sí. Resume un montón de temas: el machismo, la intolerancia, la desigualdad, las ilusiones perdidas por culpa de una sociedad que oprimía a una mitad en beneficio de la otra.

LIDIA: Si lo miramos así, tiene sentido.

LUNA: ¿Estuvimos investigando toda la tarde para nada? Además, no sé si me apetece que toda la clase conozca la historia de mi familia.

BRIAN: ¿Quién va a saber que es un hecho real? Lo contamos como un símbolo.

LIDIA: Si le damos vueltas, tal vez podamos integrar todo ¿Qué opinas, abuela?

ABUELA TITA: Tenéis mucha suerte de poder aprender, de estudiar, de pensar. No la desaprovechéis. Y si mi historia os sirve, la podéis dar a conocer… ¡A lo mejor termino en Hollywood!

BRIAN: ¡Esa es la actitud!

ABUELA TITA: Podría hablarles de tantas cosas… La historia de mi vida es la de cientos de mujeres. Si preguntáis en vuestras casas, os contarán historias parecidas. Es importante que hoy podáis conocerlas y cuidéis de todo lo que hoy disfrutáis.

ESCENA 14

OSCURO. Vuelve a aparecer TITA JOVEN, en la tienda. Entra en joven con una cesta.

MONCHO: Hola, Tita. Te traigo el pedido.

TITA: (Nerviosa) Gracias, Moncho ¿Cuánto te debo?

MONCHO: Ochenta pesetas… Pero si me das un beso quizás te hago algún descuento (Se acerca, atrevido).

TITA: Moncho, basta. Te he dicho una y mil veces que dejes de decir esas cosas. Estoy casada y tú también.

MONCHO: Vamos, Tita, no seas tan estrecha… A esta hora no viene nadie a la tienda. Gabriel está en el taller y Bea con los niños. (Vuelve a acercarse, le toca el pelo)

TITA: (Separándose) ¿No entiendes que no me interesas? Quiero mucho a Gabriel, no voy a engañarlo.

MONCHO: No sé qué clase de cobarde deja a su mujer trabajar. (Agresivo) Tu marido es medio hombre, no sabe ni mantener a su familia. Yo sí se tratar a las mujeres. (Vuelve a acercarse).

TITA: (Lo empuja) Ya lo hablamos más de una vez. Te prohíbo que te vuelvas a acercar. Toma tu dinero y vete (le da el dinero y MONCHO lo coge).

MONCHO: ¿Y si no quiero irme? Aquí no hay nadie. Todo el mundo está en su casa… (La arrincona). Si gritas nadie va a venir. Y, además, vas a ver cómo es un hombre de verdad y no un gallina como tu marido.

TITA: (Lucha para zafarse) ¡Déjame en paz! ¿Qué te has creído?

MONCHO: (Tratando de quitarle el delantal) Tu marido te tiene que tener en casa si no quiere que otro coja lo que es suyo (Luchan. Se oyen voces).

DON JUAN: ¡Tita! ¡Tita!

MONCHO suelta a TITA y ella se acomoda el delantal. Entra DOÑA JUANA

DON JUAN: ¡Ay, Tita! Me quedé sin aceite y tengo la comida a medio hacer. Gracias a Dios que estabas por aquí ¡Hola, Moncho! ¿Repartiendo el pedido?

MONCHO: Sí, Don Juan. Ya me iba. 

DON JUAN: Bueno, hijo. Dale recuerdos a Bea ¿qué tal los niños?

MONCHO: Muy bien, gracias. Están todos muy bien.

DON JUAN: Dios los guarde. 

TITA: Hasta la semana que viene, entonces.

MONCHO: (Con segunda intención) Atiende al señor, yo me espero.

DON JUAN: ¡Gracias, hijo! Pero yo tengo para un rato. Vete tranquilo.

TITA: (Firme) Moncho ya se iba.

MONCHO: (Seco) Nos vemos el próximo miércoles. Adiós, Don Juan.

DON JUAN: Adiós, Moncho.

MONCHO se va y TITA abraza a DON JUAN

DON JUAN: ¡Hija! ¿Qué te pasa?

TITA: Don Juan… No sé qué hacer… Perdone que lo ponga en este compromiso ¿Podría venir todos los miércoles a esta hora? Sé que usted no tiene un horario fijo para comer, desde que se jubiló y está viudo.

DON JUAN: Sí, claro ¿Pero qué pasa?

TITA: Moncho trae el pedido y si estoy sola no deja de acercarse… Busca… (Baja la vista) Ya sabe.

DON JUAN: ¡Menudo sinvergüenza! ¡Y su mujer esperando el cuarto hijo! Pero muchacha, tienes que hablar con tu marido.

TITA: Prefiero que Gabriel no sepa nada. Si usted está aquí, él no me molestará más y se cansará de insistir, pero si estoy sola va a seguir igual. Por favor, se lo ruego.

DON JUAN: Sí, Tita. Cuenta conmigo ¡Lo que tenéis que aguantar las mujeres! Es vuestra cruz, qué le vamos a hacer.

TITA: Gracias, Don Juan. De verdad, no sabe cómo se lo agradezco.

 ESCENA 15

Oscuro. BRIAN y LUNA están solos.

BRIAN: Sigo pensando que tenemos que contar la historia de la abuela… O intentar unir todo en un proyecto…

LUNA: Pues no le veo mucha relación a mi abuela con Camille Claudel o con María Teresa León.

BRIAN: (Pensativo) Ya se nos ocurrirá algo…

LUNA: Creo que es la primera vez que hablamos sin que estés mirando el móvil. Todo un detalle por tu parte.

BRIAN: Aunque no lo creas, me acuerdo de cuando éramos amigos. 

LUNA: En la prehistoria…

BRIAN: Y no sé por qué nos dejamos de hablar.

LUNA: ¿Te hago una lista? Los comentarios groseros de tus amigos de fútbol, las burradas que tus colegas ponen en el chat del curso, tu pandilla del B que no para de decir tonterías y de burlarse de todo el mundo…

BRIAN: Me acuerdo de que en primero de la ESO me dejaste un libro, La sombra del viento. (Como en un susurro) No se lo digas a nadie, pero lo leí.

LUNA: (Asombrada) ¿De verdad? Pero no te preocupes, me llevaré el secreto a la tumba.

BRIAN: Estaba pensando, que podemos hacer una biblioteca de mujeres olvidadas. Y que una madre y su hija vayan paseando por esa biblioteca. 

LUNA: (Con interés) Como el cementerio de los libros olvidados de la novela… Podría ser… A ver ¿cómo te lo imaginas?

BRIAN: Ahí entras tú… y LIDIA, claro.  Por cierto ¿dónde se ha metido?

LUNA: La ha llamado Martín y bajó al parque. Te apuesto a que nos manda un mensaje y ya no sube.

BRIAN: Mañana podemos redondear la idea. Una biblioteca de mujeres extraordinarias. Como Clara Wieck Schumann, como Elena Garro… Como tu abuela.

LUNA: (Siguiendo la idea) La madre le podría decir a la niña que escogiese una mujer y así podría conocer su historia… De esta forma, junto con la niña, descubrimos a algunas mujeres extraordinarias y olvidadas.

BRIAN: Bueno, ya tenemos algo para empezar. Mañana coméntaselo a la profe de Lengua a ver qué le parece. 

LUNA: ¿Por qué no se lo dices tú? La idea de la biblioteca fue tuya.

BRIAN: No, LUNA, eso nunca. (Con humor) Uno tiene una reputación que cuidar…

LUNA: (Se ríe). Está bien (Mira el móvil) ¿Qué te dije? LIDIA dice que nos vemos mañana… Es que siempre hace igual.

BRIAN: Todavía hay un poco de sol. Vamos un rato al parque, damos una vuelta, comemos pipas.

LUNA: Tengo que terminar los ejercicios de mates.

BRIAN: ¡Son para el viernes! Venga, solo un rato. (En tono cariñoso) Después sigues con los libros, empollona.

LUNA: Es que…

BRIAN: Media hora y te subes. Ya tenemos la idea para el trabajo de Lengua, así que podemos tomarnos un breve descanso. Yo te guardo el secreto de que has desperdiciado tu valioso tiempo… y tú me guardas el mío. 

LUNA: Vale, media hora y me voy…

BRIAN: (Asiente) Media hora… 

LUNA: Por cierto, quiero que me devuelvas el libro. 

BRIAN: OK, pero te lo traigo a tu casa. No me pueden ver en el instituto hablando de libros contigo ¿Qué pensarán de mí?

LUNA: (Sonríe) Vente el viernes que hay madalenas caseras.

BRIAN: Hecho. Aquí me tienes como un reloj.

Se van al parque. OSCURO.