Las entregas de los Diarios de este distinguido escritor, que descubrí tras leer «París-Austerlitz», su primer libro póstumo, me han dejado una impresión profunda. Desde «A ratos perdidos 1 y 2» hasta el tercer y último volumen, «5 y 6», estos Diarios, meticulosamente revisados por el autor para su publicación, constituyen un recorrido vital desde 1984 hasta 2005. En ellos, se despliegan reflexiones y pensamientos, revelando aspectos que permanecieron callados, confesados ahora sin reservas y con el alivio de liberar una pesada carga. Su autenticidad es un regalo que, dada su envergadura como escritor, no sorprende.

Mi admiración, ya cimentada con la lectura de «La buena letra», se reafirmó con «Crematorio», «La otra orilla», «Los viejos amigos» y «París-Austerlitz». Abordé los Diarios con calma, consciente de que son una obra sin fin, reflejo de su insatisfacción y pasión, elementos que me han permitido adentrarme en la intimidad, habitualmente velada, de quien considero uno de los más destacados escritores de su era. Su realismo se alinea con lo mejor de una corriente literaria que ha enriquecido nuestra lengua con obras magníficas.

El término ‘íntimo’, aplicado a estos Diarios, resulta coherente con el género, implicándonos en la lectura y ofreciéndonos revelaciones sobre su tormento y gloria. Su silenciada homosexualidad y su constante batalla con el proceso creativo reflejan su elevado nivel de exigencia y compromiso. Sus autores favoritos (y no tanto), las ciudades, los viajes, las lecturas y comentarios musicales me han fascinado, así como ciertos detalles reveladores que me mantuvieron pegado a sus páginas con sorpresa y desconcierto. La ironía y mordacidad con las que aborda algunos temas nos permiten vislumbrar el sufrimiento, la inseguridad y la decepción que a veces experimentó.

La cruda realidad íntima, un tema recurrente en sus novelas, busca adherirse a la historia y la memoria para desafiar a aquellos que la distorsionan. Este ejercicio, doloroso y comprometido, es un acto de honestidad y generosidad que sus admiradores valoramos. Despojado de máscaras, confrontando sus sombras, revela una soledad inherente a la vida, desnuda y sin adornos.

La pasión por la literatura y su profundo conocimiento del fenómeno literario implican una lucha interna apasionante y desgarradora. Estas páginas sorprendentes e intensas, que revelan lo inconfesable, están destinadas a convertirse en un clásico para futuras generaciones. Ya lo son.

Posicionándose fuera de las convenciones y reivindicando la verdad, estos Diarios constituyen el último testimonio de uno de los grandes escritores de la literatura española, cuyas obras son un fiel reflejo de una época y una cultura.

Cuando leí La buena letra mi admiración se confirmó con Crematorio, La otra orilla, Los viejos amigos, Patís-Austerlitz.

He leído los Diarios despacio, es un libro que no se termina nunca, como no puede ser de otro modo. La insatisfacción y la pasión que destilan sus páginas me ha permitido conocer la intimidad, normalmente inconfesable, de quien considero uno de los mejores escritores del momento literario que le tocó vivir. Su realismo entronca con los mejores escritores de una corriente literaria que ha dado a nuestra lengua obras espléndidas.

El adjetivo íntimo aplicado al libro no nos extraña puesto que el género así lo requiere, por eso la lectura nos implica tanto y nos ofrece revelaciones que ahora sabemos han sido parte de su tormento y su gloria. Una homosexualidad callada y una lucha constante con el proceso de escritura para quien tuvo un alto grado de exigencia y compromiso.

Sus autores favoritos y no tanto, las cuidades, los viajes, las lecturas, así como los comentarios musicales me han interesado mucho, igualmente algunos detalles reveladores que me han pegado a sus páginas con la sorpresa y el desconcierto. La ironía con la que afronta algunos temas y la mordacidad, también presente, nos hacen conocer el sufrimiento, la inseguridad y la decepción que a veces sintió.

La cruda realidad íntima aparece en todos sus dominios, esa que tanto le interesó en sus novelas y que quiso pegar a la historia y a la memoria para que los que la desvirtúan no tuvieran tregua. Un ejercicio que produce dolor y compromiso, no se debe mentir, un acto de generosidad, por tanto, que sus admiradores reconocemos. Despojado de máscaras, agitado en sus sombras.

Nacemos y vivimos solos, como morimos. Un a soledad que nos muestra la vida en toda su crudeza, sin adornos. 

La pasión por la literatura y el conocimiento en profundidad del fenómeno literario conlleva una lucha interior apasionante y desgarradora, eso leemos en estas páginas sorprendentes e intensas. Mostrar las interioridades inconfesables no es tarea fácil, estos Diarios se van a convertir en un clásico para generaciones posteriores, ya lo son.

Situarse fuera de las convenciones y reclamar la verdad, por más que duela, es el último testimonio de uno de los mejores escritores de la literatura española, cuyos libros dan testimonio de una época y una cultura.