Al fin de la tormenta

I (Al fin de la tormenta)

Desde la mañana

sueños de la caricia,

huellas dispersas por los futuros que jamás llegan a moldearse.

Desde el nacimiento

busco calor y contacto,

busco silencio.

Ven hoy a mí,

carne que no irrumpe en medio de la paz:

hállame y cúbreme, cálmame

fuera de los tiempos, fuera

del entendimiento, al fin de la tormenta.

II (Paraíso descifrado)

En este sueño

larguísimo

donde todo se desvanece

te persigo a ti,

soñador o arquitecto,

fuente de mi sustancia,

fuente única.

Haz que tu voz vibre sobre mi piel

allá donde has permitido que lleve mis pasos.

Haz que no me sostengan

mis piernas, ponme los pelos de punta, rompe

los velos que me he impuesto

y me impiden palpar de veras.

Déjame sumido en la amnesia

y oriéntame al futuro

por las estancias de tu sueño que son como un molde de mi alma,

por las que perfeccionan el hechizo del laberinto,

por las que conducen

al fin a la memoria primigenia.

III (Paraíso descifrado)

No nos engañarán:

agarraremos la felicidad con las dos manos

aquellos que estamos juntos

en el silencio y el ruido,

la tormenta y la paz,

la mirada y el grito;

en el miedo que se apaga un poco más

con cada sol que desvela su estructura

pobre y exagerada en sus gestos oscuros

incapaces de convencer a un hombre bajo la luz.

La hemos sostenido ya

tantas veces sobre nuestras palmas extendidas

y la contemplamos olvidadas

todas las palabras que años hace aprendimos.

La sostuvimos y la piel

no olvida su brillo,

aquel

que nos tatuó el valor eterno.

Con este recuerdo nos arrojamos

a quemar el tiempo y arder con él deprisa,

nosotros que soñamos con ser un combustible inagotable.

IV (Paraíso descifrado)

Una visión caída

desde el suelo nutrido que dentro de mí

me devuelve a la vida cada instante:

Con fuerza nos agarramos manos con manos, piernas con cinturas, cuerpos con cuerpos. No nos liberamos jamás de esta libertad sin horizonte. Tensión perpetua de todos los otros comulgando conmigo desde la fuente originaria es el largo dolor, alivio, es paz y descanso.

La violencia

anulada por la fuerza omnipresente,

caricia total que abrasa

y sume plácidamente en el último sueño,

sueño consciente.

Mis ojos internos superados

por la arquitectura del caos que preserva todos los vínculos.

Mis palabras ya huellas

que pueden olvidarse y se borrarán

mientras todo un cuerpo indecible está tendido en el destino.

Levitamos sobre un pálpito invisible.

Ya no reímos,

llenas nuestras vasijas de la sustancia del silencio:

único descanso, descanso único.