Antonio Soler, Sacramento

Escribir bien es difícil, escribir como lo hace Antonio Soler es un prodigio de arte y de constancia. Ha leído mucho quien es capaz de mejorar y superar el realismo de Quevedo a Valle, de Clarín a Marsé, de Mendoza a Goytisolo. Tres novelas merecen estos elogios, El camino de los ingleses, Sur y Sacramento.

Prosa con ritmo, culta, con un conocimiento del idioma tan deslumbrante que sorprende, no solo por el retrato de personajes sino también por la ambientación de situaciones cotidianas e insólitas. Sin duda este malagueño es uno de mis escritores favoritos, uno de los más destacados en el panorama narrativo actual en lengua española. Cuenta con el premio Nadal, el Herralde, el Nacional de la Crítica y el Andalucía de la Crítica, entre otros.

Sacramento es una novela, una crónica y un ensayo que narra la investigación que lleva a cabo el propio autor, un muchacho llegado del Callejón de las Puercas, acerca de un hecho silenciado por la Iglesia y el poder establecido; D. Hipólito Lucena, un sacerdote que fundó a través del confesionario la congregación de las hipolitinas a las que iniciaba en rituales sexuales, morbosos y enfermizos. Seguidor de S. Bruno y con argumentos de los alumbrados, en la Parroquia de Santiago seduce a las mujeres para realizar prácticas sexuales, erotismo y orgias ante el altar. El mayor orgasmo contemplando a Dios.

Tanto la estructura como la mezcla de voces y géneros hacen de esta narración una novela compleja que atraviesa una España de silencio y poder, represión y miedo. Amar es el lema de D. Hipólito que ingresa con diez años en el Seminario, cuando su madre muere de parto. Sexualidad compleja y perversa que se excusa en la mística para la práctica de orgías y abusos, pura lascivia. Animalización de bestias dominadas por el deseo.

El relato está enmarcado en el tiempo y las circunstancias históricas que rodean la España de posguerra, en la que la Iglesia es cómplice de la clase dirigente. Crónica de las hipocresías del franquismo y sus alianzas con la Iglesia católica dominante.

Si un escritor debe escribir sobre aquello que conoce y escribir es una forma de dar sentido a las cosas, la reconstrucción que hace Antonio Soler

de la sombra de aquel hombre en medio de una selva de palabras y con el tiempo y la ciudad, ciudad del paraíso, como marco es magnífica. Con una ironía cercana al expresionismo, mordaz y valiente, conocemos lo peor de un tiempo de velo y rosario, besos y tocamientos a escondidas, mentiras y perversiones. Esperpento, crónica social y política de una España, ejemplo de Occidente con versos de José María Pemán y entremeses de los Álvarez Quintero.

Con oficio de periodista, documentado con relatos orales y artículos periodísticos de los años cincuenta, el autor muestra un personaje suavón, esa máscara pálida, pulida y pulcra, con una doblez peligrosa y perversa.

Un hecho real que nos impresiona tanto por su contenido como por la construcción literaria; una historia en la que las palabras cobran la fiereza que necesita la verdad con la que se vence la represión y el miedo.

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