Crítica de Aniquilación de Michael Houellebecq

Michel Houellebecq, Aniquilación

Michel Houellebecq (1956) poeta, ensayista y novelista es uno de los escritores franceses más conocidos en la actualidad, la recepción de su obra, muy desigual por la provocación que sorprende hasta la irritación, cuenta con abundantes análisis que no dejan indiferentes a los lectores.

Ampliación del campo de batalla, Las partículas elementales, Plataforma, El mapa y el territorio son algunos de sus libros más conocidos, celebrados y polémicos, ganadores de premios tan prestigiosos como el Goncourt. Sumisión y Serotonina han sido los más discutidos.

“Algunos lunes de los últimos días de noviembre, o de principios de diciembre, tenemos la sensación, sobre todo si uno es soltero, de estar en el corredor de la muerte. Hace mucho que las vacaciones han pasado y el nuevo año está todavía lejos; la proximidad de la nada es inhabitual.”

Así comienza Aniquilación, la novela transcurre en 2027, año en el que se celebran elecciones presidenciales en Francia, es posible que gane una estrella de televisión en un país que es una potencia económica. Paul Raison es el protagonista, un hombre taciturno, insatisfecho y descreído, confidente del ministro, asesor de un futuro presidente. Su padre que fue responsable de los servicios de inteligencia del país, ha sufrido un ictus y está en estado vegetativo. Su matrimonio está al borde de la disolución y le acaban de detectar una terrible enfermedad; no falta de nada, hospitales incluidos.

Internet y su lado oscuro, avances tecnológicos, imágenes inquietantes en redes sociales y un misterio, que después queda difuminado, arrancan una novela acerca el tiempo y la muerte que manifiesta hasta qué punto no soportamos la vejez, la enfermedad y la decadencia del cuerpo.

El estilo de vida actual tan especializado, expuesto a pantallas que reducen nuestra capacidad de prestar atención a temas complejos durante mucho tiempo, se hace evidente. Devaluar el pasado en una virtualidad incierta es síntoma de un nihilismo en el que los personajes se muestran a disgusto.

“Paul vio a su propio padre postrado en la butaca del comedor después de la muerte de su mujer, y luego en el hospital psiquiátrico de Mâcon, aturdido por los psicotrópicos, y luego de nuevo en Saint-Joseph, había tardado meses en recuperarse, seguramente nunca lo habría hecho sin Madelaine. Era curioso, su madre no había sido una esposa excepcionalmente afectuosa ni amante, tampoco muy apegada al hogar; bien pensado, tenía bastantes puntos en común con la madre de Prudence, excepto en que ella procedía de la pequeña burguesía. No tenía la impresión, tanto en un caso como en el otro, de que el amor conyugal hubiera resistido el paso del tiempo; y sin embargo habían continuado, habían pasado la vida juntos, criado a los hijos, entregado el testigo, y después de la muerte de la mujer el marido ya no había sabido cómo vivir, simplemente no había sabido proseguir solo. En el caso del padre de Prudence era peor, si lo recordaba bien tenía un poco más de ochenta años, le habían diagnosticado párkinson, en suma, para él realmente game over.”

Aniquilación, Michel Houellebecq

Narración con dosis geopolíticas, plagada de espías y atentados, reflexión desolada sobre las relaciones familiares, el amor, el sexo y la muerte. Una novela que se convierte en meditación metafísica para adentrarnos en las aventuras oníricas del protagonista. Seiscientas dos páginas en siete partes, ilustraciones, agradecimientos y la conclusión de “parar de escribir”. Estilo indirecto libre en el que, en ocasiones, aparecen otras voces narrativas que muestran un narrador complejo que abunda en temas que tienen como resumen la lucha de amor y muerte en el comportamiento de la decadente sociedad europea; sociedad con desdibujadas clases medias, con porno como sexo y la digitalización para la vida. Abundan las expresiones actuales y las referencias literarias (Balzac) y filosóficas.

La fragilidad del escritor, un romántico desencantado, busca la esperanza al final, un rayo de esperanza, la necesidad de mentiras maravillosas que nos salven del caos y la depresión; un mundo líquido, comprometido con los temas que trata, pero que no profundiza en la verdad y sus misterios, ya que se sostiene en la superficialidad de los temas de moda. 

La incertidumbre intelectual nos plantea el dilema de si crear mundos sin conexión directa con la vida es más auténtico que crear una carrera basada en lo confesional y en la verdad personal. Lo cierto es que cuando la libertad creativa predomina, la literatura gana con cualquiera de estas dos formas de enfocar la creación literaria, incluso más, sobre todo si combinar lo racional con la emocional se mezcla en una fusión palpitante y auténtica que profundiza en la verdad, la vida y la memoria.


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