Comentario de teto periodistico

Comentario lingüístico de un texto periodístico

Principales rasgos del lenguaje periodístico

El periodismo, que se concreta en diferentes medios de comunicación (radio, prensa escrita, prensa digital y televisión), tiene como objetivo primordial la búsqueda y la difusión de la verdad con el fin de que la ciudadanía pueda entender mejor la realidad y formarse su propio criterio. El periodismo se rige por ciertos principios éticos: pertinencia, objetividad, transparencia y por otros que se basan en la claridad, la concisión, la corrección. Es un lenguaje de producción colectiva que utiliza determinadas técnicas estilísticas (tamaño y tipo de letra, disposición de las columnas, empleo de fotografías) para llamar la atención del lector. En definitiva, si algo define el lenguaje periodístico, es, sin duda, la heterogeneidad de códigos, de lenguaje, de referentes.

En cuanto a los géneros periodísticos, definirlos acarrea una tarea en realidad inabarcable. Sabemos que hay géneros que se basan en la información (la noticia, la entrevista de declaraciones o entrevista objetiva, la documentación, el reportaje informativo); en la interpretación más información (la crónica, la entrevista perfil, el reportaje interpretativo); en la interpretación (el análisis); y en la opinión (el editorial, la crítica, el artículo, la columna, la tribuna libre y el comentario.

En cuanto a la estructura de los géneros periodísticos, podemos decir que es cerrada en los textos que predomina la información (p.ej. en la noticia es la de una pirámide invertida), mientras que en los textos de opinión la estructura es más libre, ajustándose a la organización de introducción, desarrollo y conclusión, propia de los textos argumentativos en forma deductiva, inductiva o encuadrada.

Esquema tipo de comentario de texto periodístico

Deberemos seguir el siguiente esquema:

a) Indicar el género textual al que pertenece el fragmento.

b) Encuadrarlo en un ámbito lingüístico.

c) Señalar la forma del discurso y su intención comunicativa.

d) Destacar la función o las funciones del lenguaje más relevantes.

e) Realizar el análisis del nivel lingüístico, marcando los rasgos más relevantes del tipo de lenguaje que se utiliza. 

Tema, resumen, estructura y opinión

a) Determinar el tema de forma breve y concisa.

b) Realizar un resumen, que consiste en una versión abreviada del contenido.

c) Establecer la estructura, señalando las ideas principales y secundarias e indicando el tipo de estructura.

d) Redactar un juicio crítico.

Texto: La columna

Veranos de lectura. Pasear por las salas de las civilizaciones extinguidas de un museo es leer un libro de misterio: relatos inesperados, protagonistas legendarios… Aunque los museos son ahora tan populares que los visitantes se agolpan entre los ajuares mesopotámicos y los sarcófagos egipcios -hasta se apoyan en ellos para hacerse la foto- o comen un sándwich en la gran rotonda presidida por Asurbanipal. En medio de ese ruido, las historias intensas que vienen de otro tiempo dejan de oírse: la lectura necesita sosiego.

Lo encuentra no muy lejos, en la cafetería. Allí, un joven de apenas trece años lee ensimismado un libro que apoya sobre la mesa. No consigo descifrar el autor ni el título: da lo mismo. A esa edad se lee todo que cae en las manos porque sobra la curiosidad y el tiempo corre lento -«trece años aún», ha pensado quizás con fastidio esa misma mañana al levantarse y recordar la obligada visita al museo.

Sentada frente a él, su madre -debe de serlo, pues comparten el idéntico perfil elegante- se concentra en la taza de té: no le interrumpe. Ha debido de arrastrarle hasta las salas, pienso de pronto, en medio de su lectura de verano que, como ocurre en la adolescencia, atrapa igual que las urgencias del amor: no es posible dejar de leer. Han debido de pasear por las salas que el joven, seguro, ha mirado sin prestar atención, con el pensamiento fijo en el libro dentro de la mochila, la única vida real mientras duran las páginas. Lo demás, lo que ocurre fuera del texto, es solo un trámite incómodo: dormir porque hay colegio a la mañana siguiente, la hora de comer, apagar la luz cuando nos llaman la atención en casa -quién fuera mayor para poder pasarse la noche leyendo…-. Es igual que el mundo fuera se derrumbe. Es igual que se derrumbe dentro -y sucede con frecuencia en la juventud: la lectura termina por acompañarnos en cada momento importante de la existencia, historias que nos hacen diferentes, vivir en tránsito igual que el niño del museo-. Ahí está, solemne, en medio de tantos turistas que comen sin prestar atención al joven lector cuyo gesto me ha devuelto a mis veranos de juventud: leer como si nos fuera la vida en ello.

Y nos va. Nos van las vidas que vamos viviendo, insomnio que nos corteja desde la infancia como un virus incurable. Luego, la edad pone orden en las lecturas -igual que en el resto de las cosas- y el tiempo echa a correr sin que nadie entienda cómo ha ocurrido. Los veranos se hacen cortos y las grandes novelas, las de muchas páginas que nos bebíamos de un trago, permanecen más rato en la mesilla. Miro de nuevo al niño que no ha apartado los ojos ni un instante de ese libro cuyo título no puedo ver y vuelven decididos los veranos largos de lectura incansable. Las páginas pasaban deprisa sin límite de tiempo ni de tema y siento una nostalgia agridulce hacia aquellos meses solo para leer. Los recuperaré este verano. Cogeré mis libros ya leídos y leeré hasta caer rendida, como entonces; a destiempo, sin horario, sin prestar atención al mundo exterior aunque sea Egipto o Mesopotamia, igual que el joven lector del Museo Británico que levanta su libro de la mesa y se lo acerca al rostro. «Henry James», creo ver a punto de salir de la cafetería, dispuesta a volver a sumergirme en aquellas sesiones voraces de hace tanto. Leer como si me fuera en ello la vida.

Estrella de Diego, El País, 29/11/2010

a) Tipo de texto y justificación

Este texto es una columna publicada por el diario El País, uno de los periódicos españoles de mayor difusión, dentro de la sección Babelia, que es el suplemento dedicado a la cultura. Se trata de un texto periodístico.

El contenido del texto es una reflexión sobre la voracidad lectora en la juventud, que se encuadra dentro del género de la columna, espacio dentro del periódico en el que se suelen abordar cuestiones generales con un toque personal. Se trata de una columna personal y de análisis con características literarias. El rasgo distintivo de la columna es la absoluta libertad que tiene el columnista para elegir los temas, la forma de afrontarlos, así como el lenguaje y el tono en que expresarlos. Suele tener un lugar fijo en la publicación que aparece. La columna es un trasunto de la propia visión que tiene del mundo el columnista, de su particular interpretación de la realidad.

La autora del texto para su defensa de la lectura emplea la narración con reflexiones añadidas, que sirven de argumentación, como modo del discurso, en un relato  autobiográfico en el que se invita al lector a disfrutar de este placer intenso y vital. El tono subjetivo y el lenguaje connotativo le dan al texto un tono personal, propio de este género. Los elementos de la narración -tiempo, lugar, personajes y el encuentro inesperado propenden a la tonalidad lírica.

La función del lenguaje predominante en el texto es la expresiva o emotiva puesto que la autora presenta un claro enfoque subjetivo al darnos a conocer lo que piensa. Pero también aparece la función poética o estética, ya que abundan figuras literarias. La función apelativa del lenguaje también está presenta al implicar al lector (leer como si nos fuera la vida en ello).

En cuanto al análisis lingüístico podemos decir que el texto presenta un lenguaje sencillo, como corresponde a un texto aparecido en un medio de comunicación (el receptor del texto es un público extenso); sin embargo, el tratamiento literario dado por la autora le da cierta complejidad. Aparecen diferentes figuras literarias que enriquecen el lenguaje empleado: aliteración (nos van las vidas que vamos viviendo), las repeticiones al final del tercer y cuarto párrafo (leer como si…), personificación (el tiempo echa a correr), sinestesia (nostalgia agridulce). La rica adjetivación empleada y el léxico referido a la lectura, la pasión de leer, el verano y la vida confieren al texto una original interpretación poética de la realidad. El uso de la primera persona añade cercanía y convicción al tema tratado. El énfasis que dan las repeticiones sintácticas y el uso de sinónimos le dan coherencia a este artículo, que gira en torno a un eje semántico: el placer de la lectura, que es capaz de transformarnos. Como ocurre en los textos periodísticos el título dado a la columna nos dice de una manera reducida, en este caso un sintagma nominal, lo más destacado de lo que se nos quiere transmitir; coincide con los ejes temáticos del texto y atrae al lector.

b) Tema, resumen, estructura y opinión

El tema del texto es la defensa de la lectura como una pasión o un virus incurable que nos secuestra igual que si en ella involucráramos la propia vida. La autora se vale de una anécdota en la que un joven lee una novela de Henry James en una cafetería de un museo, el Museo Británico, para trasladarse a su propia juventud y a esos veranos de lecturas interminables que añora.

La estructura presenta dos partes. En la primera se presenta el escenario (el museo) y el protagonista (el joven lector) en el sosiego que necesita la lectura para su disfrute (la cafetería). En la segunda parte (último párrafo) la autora vuelve a sus veranos de lectora con  la nostalgia agridulce que produce el paso del tiempo, para finalizar con el propósito de recuperar lecturas pasadas en una identificación con este joven del que nos da las claves: el lugar en el que está lo que lee con tanta atención.

El uso de los tiempos verbales y la noción del tiempo dentro del tiempo le dan a esta columna un aire emotivo y lleno de sentimiento. No es difícil reconocerse en este joven lector que devora ávidamente una novela de Henry James en un lugar apartado de cualquier lugar anónimo y bullicioso.

Por otra parte, mezclar dos historias en las que se hacen coincidir elementos comunes que subrayan la lectura y la pasión de leer con lo que nos salva en diferentes épocas de la vida, es otro de los logros de la autora de esta columna, que consigue conmovernos y convencernos.

Desde mi punto de vista la autora ha elegido un tema y una forma de enfocarlo muy coherente y atractiva. El hecho de cómo va presentando la escena y el ritmo creciente que la acompaña resulta convincente y emotivo: ella al final logra rejuvenecer con los hechos que narra; la lectura ayuda a recuperar el tiempo perdido.

Nuestra biografía está ligada a las lecturas que hicimos. Las lecturas, como nuestra propia vida, se releen a la luz del tiempo que nos toca vivir. Como el tiempo dentro del tiempo, el museo y la adolescencia, la literatura camina a nuestro lado y nos acompaña con una voz única en todas la edades. La fascinación de la lectura es un virus que no se cura y nos atrae para sí.

En definitiva, los beneficios que ofrece la lectura, así como los requisitos que se necesitan para el buen leer quedan claros en el texto. Sin duda la elección de la época del año, el verano, no hace sino subrayar todo lo dicho anteriormente.

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