La dramatización es una necesidad educativa puesto que desarrolla habilidades para la vida, se convierte en un recurso transversal para desarrollar competencias. Hay que repetir hasta la persuasión la necesidad de llevar el teatro al aula para que este género se pueda disfrutar y aprender. Es en la práctica cuando se comprende, puesto que los rasgos fundamentales de la dramatización en el currículum son el desarrollo de las capacidades de comunicación y expresión, el conocimiento del lenguaje teatral y de las diferentes formas de expresión artística.
Convertida la asignatura de Literatura en un inabarcable repertorio memorístico de nombres y obras, la posibilidad que nos ofrece la lectura dramatizada de un texto es una posibilidad más de acercarnos a la obra artística para mejorar la capacidad creadora y los procesos de socialización. Estamos acostumbrados a ver a alumnos y profesores voluntarios en horas de recreo o fuera del horario lectivo preparados para ensayar y convertir en taller de dramatización un tiempo que no está reconocido.
La lección es una obra de teatro en un acto de Eugène Ionesco. Escrita en junio de 1950, la primera representación de la pieza se dio el 20 de febrero de 1951 en el Théâtre de Poche Montparnasse.
Uno de los textos que me ha permitido ese acercamiento gratificante con alumnos de Bachillerato es La lección de Eugène Ionesco, obra de teatro en un acto, representada por primera vez en 1951. El autor rumano es uno de los representantes del teatro del absurdo, uno de los más extraños y espontáneos que encontramos en la segunda mitad del siglo XX, pasada la Segunda Guerra Mundial. Como Beckett, Genet y Adamov escandalizó a crítica y público. La cantante calva, su gran éxito, así lo confirma.
Una clase particular que acaba antes de que suene el timbre, la imposible comunicación entre profesor y alumna que manifiesta la intransigencia por la incapacidad para cambiar de opinión. El abuso de poder y la violencia de género tienen a la sirvienta cómplice de lo que sucede. La condición humana y sus entresijos vistos con humor para a través de situaciones límites tratar las miserias humanas más profundas.
Las palabras se vacían y pierden su significado, los personajes hablan sin sentido y el espectador va de la sonrisa y la carcajada a la indignación con el corazón en un puño. El diálogo disparatado muestra lo absurdo de la vida cotidiana a través del colapso de la semántica; si el discurso y la comunicación entre los humanos son absurdos, la vida también lo es. La lección es una metáfora escénica del aprendizaje entendido como un proceso de dominio en el que el lenguaje es el medio y el objetivo.
La obra se presta al debate y la reflexión profunda, se abren interrogantes acerca de si la escuela ayuda a que los jóvenes puedan pensar libremente o si lo importante es aprender más que almacenar inútilmente conocimientos que se retienen para su olvido instantáneo y liberador.
El clima de angustia que generó la guerra y el desamparo frente a la crueldad generó el desconcierto y la desconfianza en un mundo sin libertad, sin metas, sin esperanza.