Con voz propia

Guardé todo lo que escribía en una vieja carpeta de mi padre, domada por el uso. Un trozo de servilleta en un restaurante, el posavasos que sostuvo una cerveza compartida, la cajetilla de tabaco consumida o un trozo de papel que me apresuraba a pedir en cualquier hotel.

Escribía bien y hablaba mejor, una voz cazallera y profunda concentraba la atención de mi habitual dispersión y ensimismamiento. El que fuera responsable de mis mariposas hoy comparto con él el devenir de los días, las cargas y las risas y miserias que producen las casualidades inesperadas. Le he pedido permiso para desempolvar esos textos que celosamente he conservado, “con total libertad” ha dicho, nunca pone una pega. Siempre llega y siempre comprende. 

Uno de sus primeros textos, que en su momento fue definitivo, dice así:

No me pidas que si siento traspase los límites de las formas. Es mejor no ceder a la trampa de las palabras y labrar un laberinto de ambigüedades que duelan, que a la vez enciendan un deseo y lo mutilen.

¿Y si esto nos lo dijésemos desnudos? ¿Y que sería de mí si el alma se apoderase del roce de los dedos y viajase por ti? ¿Y si fuese solo deseo de abrazarte?  ¿Y si solo fuese una vez más el apetito voraz que no se acaba? ¿Y si solo fuese sexo y no hubiera nada más que los ropajes de la conquista que se trenza en las miradas y en las palabras que hacen del amor la patria que deseamos? ¿Es más amor el no tocarte y dejarte estéril en tu sombra sin más certezas que el pasado?

La pasión es la jauría del inconsciente que devora la belleza antes de que se vaya, es la voz que quiere atrapar la fragilidad en el instante eléctrico del deseo, es sentir que se abre hacia dentro el vértigo de lo incontrolable, es la enfermedad de saberte incompleto y soñarte buscando distintos perfiles que te vean nuevo, pero que no te tengan, que nunca te tengan porque no te tienes.

La mirada mira y las manos tocan y los labios besan y se desnuda lo desnudable y el pudor vencido desconcierta lo cierto y los pasos del erotismo aprendido atisban un sabor desconocido, un regusto inédito de la piel, un tacto que te sorprende y parece que tu sensibilidad está al acecho de las manos que se buscan para excitarse mientras estremece el temblor del sexo que quiere abrir la carne hacia el espíritu.

Si llamas a la puerta de mis ojos pidiéndolo todo, el corazón confunde los idiomas y entrega nada, si cierras la puerta de tu cuerpo con un nada mi alma querrá desnudarlo todo y sorberá tu espalda y tu vientre y tu sexo y jugará con tu pelo.

Las palabras perduran con los besos cuando han estado acompañados del rumor del viento en las hojas de los árboles. Pasan los años y como dice Silvio el mundo propio es el mejor. ¿Lo nuestro habrá tenido sentido o será como esas historias de amor ridículas que solo dan risa, miedo o vergüenza?

Solo el misterio nos hace vivir, solo el misterio.